sábado, 2 de noviembre de 2013

Aporte cultural de Paulo Freire


En el presente post transcribo reflexiones sobre el trabajo del más grande pedagogo latinoamericano del siglo XX ¿Cuál es su aporte a la práctica cultural? ¿Qué sentido le daba a la enseñanza y al aprendizaje?


No se debe obviar que el pensamiento cultural y en particular pedagógico de P. Freire se produce, es decir se origina de la comprensión de la sociedad brasileña; sociedad que tiene características muy semejantes a muchos países de nuestra subregión, viene de un subdesarrollo estructural engendrado por siglos de opresión colonial y neocolonial que provoca una actitud en cierto sentido conservadora, lo que algunos llaman sociedad cerrada (H. Marcuse); Pero en esta misma sociedad, a la vez, está latente la utopía, es decir allí el ser humano sueña con su libertad, quiere superar la opresión para lo cual se requería cambio, transición. De este modo Freire percibe que no se trata sólo del cambio del contexto, sino del ser humano mismo que debía provocar ese cambio y cambiar él mismo, en este sentido el ser humano “era tránsito”; un ser humano que debía iniciar un tránsito donde en la práctica misma debía superar la dicotomía entre la teoría y la práctica; ese hombre, cual sujeto, debía desalojar de sí la imagen del opresor y abrirse al tránsito que va entre una conciencia ingenua hacia una conciencia crítica, a esto Freire lo comprendió como proceso de “concientización”, término que dejó de utilizar a finales de la década del 60.

Analizando los diversos matices de esa realidad brasileña, así como las relaciones entre el contexto y el sujeto, Freire capta contradicciones fundamentales:

-          Que en la práctica cultural (en la familia, la escuela, la sociedad misma) se manipulaba al sujeto y que generalmente se les “domesticaba” en vez de liberarlos; de aquí la resistencia, la actitud contestataria frente a los mecanismos y la educación recibida;

-          Por otro lado los métodos no funcionaban, la sociedad brasileña era cerrada y conservadora buscaba “domesticar” y promovía una educación “bancaria” (la de transmitir). Es a partir de esto que Freire propone una educación problematizadora, la que conceptualiza como “pedagogía del oprimido”, como “pedagogía de la autonomía” y como “pedagogía de la esperanza”.

En esencia su aporte a la práctica cultural:
-          Los procesos culturales, en particular los educativos, se deben a la sociedad en la cual estén ubicados; no se debe obviar ese contexto, hay que partir de él y de su conocimiento

-          Los modelos, programas y filosofías educativas deben partir de las características de su propio pueblo, de su cultura, de sus intereses y necesidades, y a partir de ello proponer una educación (políticas, estrategias, programas, proyectos, etc.) para ese pueblo.

-          La educación formal se deba a un concepto explícito del ser humano; que la educación responda a las necesidades del ser humano de esa sociedad, se impone entonces conocer nuestras necesidades para a partir de ellas generar y desarrollar una pedagogía propia.

Aporte epistemológico de Paulo Freire.
Este aporte se puede abordar desde diferentes aspectos de su obra, entonces aquí debe limitarse a su contribución a los problemas de la construcción de la identidad, parte medular hecha en lo que se ha conocido como educación liberadora. Freire comienza su labor práctica de educación liberadora en su trabajo desde y con las comunidades campesinas de Pernambuco.

A partir de una mirada crítica de la tradicional práctica cultural (manipulación y domesticación) Freire responde discutiendo dos aspectos del aula: el sentido de la enseñanza y el aprendizaje que es un proceso de aula, y el giro epistemológico a este mismo nivel.

El sentido de la enseñanza y del aprendizaje en procesos culturales de naturaleza educativa.
Paulo Freire enfatiza el carácter dialéctico de esta relación: la enseñanza no existe sin el aprendizaje, ni el aprendizaje sin enseñanza. Aún cuando su posición al respecto es bastante conocida, es prudente reafirmarlas sobre todo para señalar la forma de su para la misma verticalidad de la cual con mucha dificultad nos liberamos. Para Freire en un proceso educativo no se trata de que sólo el que el maestro, el promotor cultural, sea quien enseñe y que el discente sea el único que aprenda. Ambos enseñan y ambos aprenden en ese proceso educativo.

Por eso, el educador (educador popular, promotor cultural, gestor cultural, etc.) debe permanecer y “disponible para repensar lo pensado {y} revisar sus posiciones”. Los educandos, desafiados por el educador, despiertan su curiosidad, se asocian con el conocimiento antes adquirido espontáneamente o con las lecturas, propone preguntas, aventura sugerencias, enseña mientras aprende. Esta relación dialéctica no disuelve la responsabilidad que en el proceso tiene cada cual, el educador de un lado prepararse para compartir esos conocimientos y el educando de estudiar cada asunto de manera independiente.

La superación “bancaria” de la educación y la opción de una educación “problematizadora” genera la transformación de una educación centrada únicamente en el educador, pero también supera la concepción de la educación solamente centrada en los educandos. La educación tiene dos protagonistas. La enseñanza y el aprendizaje es, en la práctica, la acción cultural de ambos sujetos. Freire hace de ese espacio educativo un laboratorio de democracia cultural, donde ambos sujetos son responsables del éxito o del fracaso de la gestión educativa.

Pero la contribución de P Freire no se reduce a esto. Es decir la educación no se agota en esta relación de enseñanza y aprendizaje porque ambos son parte de un proceso cualitativamente mayor, ascendente, que es el proceso del conocimiento.

Esta es una invitación a reconsiderar lo que generalmente se comprende como una definición de lo que es educación. La educación formal y no-formal, es un proceso de enseñanza y aprendizaje, pero es ante todo un proceso de conocimiento. Es decir aquí P. Freire incorpora, al nivel de procesos educativos, una inquietud epistemológica fundamental.

El giro epistemológico del espacio educativo como núcleo del espacio cultural.
Una de las aportaciones más importantes de Freire a la educación universal sea haber llevado la perspectiva epistemológica al proceso educativo a nivel del aula y de espacios educativos en diversas comunidades de diversos países. Freire considera que son investigadores educandos y educadores. Esto significa que los proyectos educativos de todo tipo deben ser espacio para potenciar las relaciones democráticas entre educador y educando, que no es sólo un espacio donde se da un nuevo sentido a la enseñanza y el aprendizaje, sino que es un espacio donde se procede científicamente. Educación no es la repetición de conocimiento ya hecho, sino que es reproducción de ese conocimiento y es producción de un nuevo conocimiento.

En este sentido Freire lleva desde la educación no-formal hasta los diferentes niveles de la educación formal, el desafío de trabajar científicamente. Cuando Freire realizó su experiencia con los campesinos en Pernambuco llevó con sigo un equipo de especialistas, un equipo interdisciplinario y estaba compuesto por lingüista, semiólogo, dibujante, maestro. En el equipo cada cual tenía una tarea diferenciada; pero Freire preparó el aula que él llamó “Círculo de Cultura”. El trabajo fue interdisciplinario no precisamente porque hubiera en el mismo equipo especialistas de diferentes ramas, ni porque el propósito de conjunto fuera alfabetizar campesinos, sino porque los resultados de cada cual estaban condicionados a un proceso de investigación, de discusión colectiva de esa investigación, por las decisiones hechas en común, por la programación del proceso educativo como totalidad y por la elaboración de materiales con la participación de todos los miembros del grupo.

De este modo se convocaba ese “Círculo de Cultura” y se ubicaban situaciones del propio contexto como objeto de estudio para que el propio campesino (investigador) lo analizara, y el método utilizado fue la descodificación del cuadro o problema presentado para diferenciar, por ejemplo, en uno de esos cuadros lo natural de lo cultural. Así se repitió durante cada diez días y en ese espacio cada especialista presentaba su lectura de la realidad, como dibujante, filólogo, etc. Es decir el educador (especialista) ofrecía la orientación necesaria, plantear el problema e hincar el proceso de descodificación a cargo del campesino investigador, el educando. Esta experiencia de alfabetización de Freire no sólo fue un acto cultural, sino un procedimiento científico, luego de convertir al educador en un desafiador para que se diera el conocimiento, y hacer del campesino, desde el inicio del proceso de enseñanza-aprendizaje un investigador.

En el proceso educativo se producen dos procesos a la vez: el proceso de enseñanza aprendizaje y un proceso de producción de conocimientos. La esencia misma de esta experiencia se realiza en Chile de otra forma con técnicos con formación universitaria.

Ese trabajo en el aula, en el Taller, es decir, en un espacio cultural dado, es un proceso de recreación y creación de conocimientos y, a la vez, es un proceso de investigación. Es decir se trata de plantear el contenido de un adecuado Objeto de estudio para que ambos, el educador y el educando, lo investiguen y dialoguen sobre los resultados de esa investigación. De manera que la convergencia, la integración de docencia e investigación es un esfuerzo por ver el espacio educativo como productor y reproductor de conocimiento.

Pero las implicaciones epistemológicas en Freire van más allá de los criterios del sujeto, el objeto y método. Freire propone la práctica como punto de partida y criterio permanente para la investigación. Es decir partiendo de la propia práctica que luego se hace posible el cambio de esa realidad estudiada. Es más, la teoría nace de la práctica y es, a partir de ella, que se supera la dicotomía tan discutida entre teoría y práctica. Entonces al iniciar un proceso de cambio, de crecimiento cultural hay que partir de nuestra práctica, diría Freire, de la investigación y reflexión de ella. Freire nos plantea no sólo como superar el verticalismo, sino que incluso señala el camino de una investigación que tenga como interés la acción – pero no cualquier acción, sino – la acción emancipadora, esto es liberadora.




Extraído de
APORTES DE PAULO FREIRE: PERSPECTIVA EPISTEMOLÓGICA
AUTORES:
Alisa Natividad Delgado Tornés
Doctora en Ciencias Filosóficas. CEDIC. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Oriente. Santiago de Cuba
Jorge Mesa Castillo
En
Revista Colegio Universitario. Vol. I, No. 2, Año 2012.

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