Dice el autor que la “naturalización” es un componente que hace en gran parte invisible esta problemática. Promover procesos de desnaturalización y explicitación de la red de estereotipos y preconceptos que pueblan nuestros imaginarios individuales y sociales en relación a los diferentes grupos socioculturales es un elemento fundamental sin el cual es imposible caminar ¿Cuáles son los núcleos a examinar en la problemática de la Educación intercultural?
En diferentes trabajos y pesquisas que realizamos hemos
buscado identificar y enumerar algunos de los desafíos que tenemos que
enfrentar si queremos promover una educación intercultural, crítica en la
perspectiva que desarrollamos en las partes anteriores de este trabajo. Estos
fueron agrupados en torno a determinados núcleos que consideramos
fundamentales.
El primero está relacionado a la necesidad de
desconstrucción. Para la promoción de una educación intercultural en esta
perspectiva es necesario penetrar en el universo de prejuicios y
discriminaciones que impregna —muchas veces con carácter difuso, fluido y
sutil— todas las relaciones sociales que configuran los contextos en los que
vivimos. La “naturalización” es un componente que hace en gran parte invisible
y especialmente compleja esa problemática. Promover procesos de
desnaturalización y explicitación de la red de estereotipos y preconceptos que
pueblan nuestros imaginarios individuales y sociales en relación a los
diferentes grupos socioculturales es un elemento fundamental sin el cual es
imposible caminar. Otro aspecto imprescindible es cuestionar el carácter
monocultural y el etnocentrismo que, explícita o implícitamente, están
presentes en la escuela, en las políticas educativas e impregnan los currículos
escolares; supone preguntarnos por los criterios utilizados para seleccionar y
justificar los contenidos escolares, así como desestabilizar la pretensa
“universalidad” y “neutralidad” de los conocimientos, valores y prácticas que
configuran las acciones educativas.
Un segundo núcleo de preocupaciones se relaciona a la
articulación entre igualdad y diferencia en el nivel de las políticas
educativas, así como las prácticas pedagógicas. Esta preocupación supone el
reconocimiento y la valorización de las diferencias culturales, de los diversos
saberes y prácticas y la afirmación de su relación con el derecho a la
educación de todos/as. Reconstruir lo que consideramos “común” a todos y todas,
garantizando que en él los diferentes sujetos socioculturales se reconozcan,
asegurando así que la igualdad se explicite en las diferencias que son asumidas
como referencia común, rompiendo, de esa forma, con el carácter monocultural de
la cultura escolar.
En cuanto al tercer núcleo, éste se relaciona con el rescate
de los procesos de construcción de las identidades socioculturales, tanto en el
nivel personal como colectivo. Un elemento fundamental en esta perspectiva son
las historias de vida, tanto personales como colectivas, y que ellas puedan ser
contadas, narradas, reconocidas, valorizadas como parte del proceso
educacional. Es importante que se opere con un concepto dinámico e histórico de
cultura, capaz de integrar las raíces históricas y las nuevas configuraciones,
evitando una visión de las culturas como universos cerrados y en búsqueda del
“puro”, del “auténtico” y del “genuino” como una esencia preestablecida y un
dado que no está en continuo movimiento. Este aspecto se relaciona también al
reconocimiento y a la promoción del diálogo entre los diferentes saberes,
conocimientos y prácticas de los diferentes grupos culturales.
Un último núcleo tiene como fundamental promover
experiencias de interacción sistemática con los “otros”. Para sernos capaces de
relativizar nuestra propia manera de situarnos ante el mundo y atribuirle
sentido, es necesario que experimentemos una intensa interacción con diferentes
modos de vivir y expresarse. No se trata de momentos puntuales, sino de la
capacidad de desarrollar proyectos que supongan una dinámica sistemática de
diálogo y construcción conjunta entre diferentes personas y/o grupos de
diversas procedencias sociales, étnicas, religiosas, culturales, etc. Exige
también reconstruir la dinámica educacional. La educación intercultural no
puede ser reducida a algunas situaciones y/o actividades realizadas en momentos
específicos ni enfocar su atención exclusivamente en determinados grupos
sociales. Se trata de un enfoque global que debe afectar a todos los actores y
todas las dimensiones del proceso educativo, así como los diferentes ámbitos en
los que él se desarrolla. En lo que respeta a la escuela, afecta la selección
curricular, la organización escolar, los lenguajes, las prácticas didácticas,
las actividades extra-clase, el rol del/de la profesor/a, la relación con la
comunidad, etc.
Otro elemento de especial importancia se refiere a favorecer
procesos de “empoderamiento”, principalmente orientados a los actores sociales
que históricamente han tenido menos poder en la sociedad, es decir, han tenido
menores posibilidades de influir en las decisiones y en los procesos
colectivos. El “empoderamiento” empieza por libertar la posibilidad, el poder,
la potencia que cada persona tiene para que ella pueda ser sujeto de su vida y
actor social. El “empoderamiento” tiene también una dimensión colectiva,
trabaja con grupos sociales minoritarios, discriminados, marginados, etc.,
favoreciendo su organización y su participación activa en la sociedad civil.
Las acciones afirmativas son estrategias orientadas al “empoderamiento”. Tanto
las concebidas en el sentido restricto cuanto las que se sitúan en un enfoque
amplio, que desarrollan estrategias de fortalecimiento del poder de grupos
marginados para que estos puedan luchar por la igualdad de condiciones de vida
en sociedades marcadas por mecanismos estructurales de desigualdad y
discriminación. Éstas tienen en el horizonte que promover transformaciones
sociales. En este sentido, son necesarias para que se corrijan las marcas de la
discriminación construida a lo largo de la historia. Visan a
mejores condiciones de vida para los grupos marginados, la superación del
racismo, de la discriminación de género, étnica y cultural, así como de las
desigualdades sociales. Otro aspecto fundamental es la formación para una
ciudadanía abierta e interactiva, capaz de reconocer las asimetrías de poder
entre los diferentes grupos culturales, de trabajar los conflictos y promover
relaciones solidarias.
El desarrollo de una educación intercultural en la
perspectiva presentada en este texto es una cuestión compleja, traspasada por
tensiones y desafíos. Exige problematizar diferentes elementos del modo como
hoy, en general, concebimos nuestras prácticas educativas y sociales.
Consideraciones
finales
El desarrollo de la educación intercultural en América
Latina constituye un proceso complejo, plural y original. La problemática de un
ámbito muy específico, la educación escolar indígena, fue ampliándose para
presentarse hoy íntimamente articulada con los diferentes proyectos de Estado y
sociedad en disputa en los diversos países del continente.
Consideramos que el desafío fundamental está en vincular las
propuestas de educación intercultural a la perspectiva de la interculturalidad
crítica. Se trata de una tarea compleja pues, en la mayoría de los países en
los que la interculturalidad fue introducida en las políticas públicas, en
general y, específicamente en el ámbito educacional, predomina el enfoque
funcional y el abordaje aditivo, en muchos casos folclorizante, que se limita a
introducir componentes de las culturas de grupos sociales considerados
“diferentes”, particularmente indígenas y afrodescendientes, en el currículo
escolar.
Para que esta cuestión sea trabajada es fundamental
introducirla en la agenda del debate público de diferentes ámbitos sociales. En
el caso de la educación, esta discusión todavía está muy poco presente en las
instituciones responsables por la formación de educadores, lo que constituye un
gran obstáculo para su desarrollo. Sin embargo, existe una sensibilidad y una
visibilización crecientes de las diferencias en las prácticas escolares y de la
educación no formal, muchas veces desde situaciones conflictivas, lo que
permite afirmar que el debate sobre la educación intercultural está llamado a
afirmarse, sobretodo a través de la polémica y de la confrontación de
posiciones, en las sociedades latinoamericanas.
EDUCACIÓN INTERCULTURAL CRÍTICA:
Construyendo caminos
Vera Maria
Ferrão Candau
En Pedagogías decoloniales
Prácticas insurgentes para resistir (re)existir y (re)vivir
Catherine Walsh editora