miércoles, 26 de agosto de 2015

Ecología del lenguaje

La Escuela Crítica debe arrojar luz sobre toda actividad humana ¿Qué sucede con el lenguaje? ¿Existe un lenguaje intoxicador? ¿Qué aspectos básicos tiene el lenguaje contaminador? ¿Qué sucede cuando consideramos al ser humano como un consumidor?


Ante el uso intoxicador que se hace del lenguaje, cada vez es mayor el número de voces que se alzan en su contra. Así, por ejemplo, desde su creación en 1989, el Institut für Informations- und Kommunikationsökologie de Duisburg, Alemania, viene abogando por una ecología de la información y la comunicación. Los resultados de sus investigaciones aparecen tanto en sus libros como en su publicación trimestral Zeitschrift für Kommunikationsökologie. la escritora india Vandana Shiva ha realizado un llamamiento para la insurrección del lenguaje subyugado. La preocupación ecológica se inscribe en “la crítica de esta sociedad y el intento de identificar racionalmente los factores y agentes de una posible sociedad justa y emancipada”.

Una ecología del lenguaje se justifica por los efectos nocivos que puede tener el uso perverso del mismo. Su analogía con la ecología biológica radica en que las expresiones lingüísticas repercuten en las formas de vida. La influencia de la corriente principal de comunicación, la de los medios de producción y distribución masivas de la misma, la prensa, la radio, la televisión y la escuela, persigue penetrar toda la sociedad y moldear la mente de los seres humanos desde su nacimiento hasta su muerte. Tras esta estrategia está hoy la economía liberal, en su actual fase imperialista del tardocapitalismo. Se trata, como se sabe, de una economía que persigue la maximización del beneficio privado. De ahí que el ser humano se conciba como consumidor y que la estructura axiológica de esta corriente principal de comunicación, la mainstream de la que hablan los anglosajones, repercuta en los procesos de socialización.

Como se puede apreciar a simple vista, el criterio dominante de la producción capitalista de comunicación es el valor de cambio, la rentabilidad económica privada, y no el valor de uso, la rentabilidad social, el incremento de la calidad de vida de todos. Esta comercialización traduce todo a mercancía, hasta los sentimientos y la intimidad de las personas, y la misma muerte, conduce al negocio lucrativo de los escándalos, a la personificación de la política, a la estereotipación, esto es, al desplazamiento de juicios realistas. El éxito de esta comunicación desnaturalizada estriba en que carece de oposición. La información veraz que proclama la Constitución hay que buscarla, pues, fuera de esa corriente principal, en los medios alternativos, en otra forma de producir y presentar la información.

Lengua y comunicación representan un caso especial de organización y mediación del conocimiento. La ecología del lenguaje ofrece una nueva perspectiva para contemplar las peculiaridades de los procesos lingüísticos en esto que se viene llamando sociedad de medios, la del primer mundo. En resumen, los aspectos básicos de la contaminación lingüística de los últimos años, son los siguientes:
a) La militarización del lenguaje por el neofascismo del Pentágono y del Gobierno de los Estados Unidos, que marca la guerra y que, junto con la censura usamericana de la información internacional, han contribuido a la manipulación lingüística interesada. Como se sabe, las guerras tienen graves consecuencias para el paisaje natural y cultural de los pueblos. Destruyen muchas vidas humanas y dejan necesariamente huellas en el uso de la lengua. Más arriba se han indicado algunos conceptos controvertidos empleados por el Pentágono para la influencia masiva de la opinión pública, a menudo con ayuda de términos revalorizadores, como aliados, fuerzas de la coalición, guerra limpia y quirúrgica, fuego amigo, eje del bien, etc.
b) La presentación divertida de los temas políticos. El negocio del entretenimiento, el showbusiness, una de las principales industrias del capitalismo, penetra cada vez más lo político. Cuando la política, guiada por los principios del reclamo comercial, sigue las reglas de llamar la atención, surge la impresión de que es un espectáculo. De ahí que la lengua inglesa haya introducido el término de politainment. Hasta expresiones fantasmales como “aldea global” (McLuhan) o “divertirse a muerte” (N. Postman) pertenecen al vocabulario de la propaganda política y económica a fin de conservar el humor de gente complaciente.
c) La tecnificación de la información, que lleva a la mundialización de las formas técnicas de comunicación y a la consiguiente penetración del inglés como lingua franca de la susodicha sociedad de medios. Si la comunicación hablada se tecnifica cada vez más, nuestro lenguaje estará cada vez más acorde con los sistemas técnicos a todos los niveles de organización (individual, grupal, social, cultural) y dependerá cada vez más de estructuras y funciones técnicas.

El encantamiento de la técnica conlleva el desencantamiento de la naturaleza. La técnica se convierte en una especie de androide. La máquina adquiere rasgos humanos, es inteligente, un cerebro electrónico que puede pensar. El trabajo en el ordenador se llama diálogo, o sea, que la máquina se convierte en interlocutor. Cabe preguntarse entonces si nuestra comprensión de los contactos humanos se corresponde con los chats (charlas, parloteo) de una comunidad virtual, con la interacción, el contacto corporal y la pasión virtuales.

En tales condiciones, la tarea de una ecología de la información estriba en analizar el proceso de significación y en conservar y proteger el carácter social del saber. En última instancia, en poner freno a la ilimitada transformación del valor de uso público del conocimiento en valor de cambio mercantil. En la era de los medios electrónicos resulta limitada la vigencia de los distintos sistemas de palabras, puesto que los símbolos extranjeros cruzan las fronteras. Son muchas y variadas las etiquetas que se le han aplicado a esta fase del tardocapitalismo, aparte de la era de la globalización, esto es, de la mundialización de la economía y de las conciencias. He aquí algunas:
•          Sociedad postindustrial (Daniel Bell)
•          Sociedad de la desaparición (Stefan Breuer)
•          Sociedad del conocimiento (Peter F. Drucker)
 •         Sociedad de la comunicación (Richard Munich) •     Sociedad de medios (Barbara Mettler von Meibom)
•          Sociedad informacional o retificada (Manuel Castell)
•          Atopia (Hedlmut Wilke)

Pero sabemos que la ampliación de las posibilidades de almacenamiento de datos y de las de comunicación electrónica no conducen necesariamente a un incremento del saber. El aumento de datos no equivale al de saberes. La verificación del conocimiento se efectúa en la comunicación primaria, en la dicción y contradicción del diálogo directo, donde la gente constata que otros también piensan lo mismo, que tienen problemas semejantes y, por ende, donde pueden ponerse de acuerdo en buscarles una solución, en suma, donde puede surgir la solidaridad.

La conversación sigue siendo la base de la orientación, en la familia, la esquina, la tienda, el atrio de las iglesias, los espacios públicos. Pero la tecnificación mutila estas relaciones al reducir cada vez más los espacios públicos, del populicus, los lugares del tiempo, y someterlos a la lógica del capital, de la explotación.

Al fragmentar las relaciones e individualizar la recepción, la técnica facilita la manipulación, la conversión de los receptores en recipientes sin posibilidad de respuesta. Carente de oposición, el lenguaje se aproxima a la reducción pragmática de la vida cotidiana, y, viceversa, el procedimiento de reducción dirigido a la acción tiende al dogmatismo.

Por su naturaleza, la técnica de la información simplifica el lenguaje, incluso hasta el sistema binario, lo que facilita enormemente el transporte y reduce los gastos. Así, pues, se emplea el lenguaje estereotipado, imperativo, espartano, propio del ámbito militar, a la vida cotidiana. Se trata de un lenguaje que no admite la duda, la interpretación. Pero reprimir la duda de que debe decir algo y prestar a ciertas palabras y frases un significado apriorístico es muy natural cuando se abandona consciente o inconscientemente el conocimiento posible de la ambigüedad del lenguaje y del conocimiento. Donde la duda conduce al silencio, por violencia, por comodidad o simplemente porque no se presentó, gana terreno el procedimiento de manejar los símbolos verbales del orden básico (Estado, nación, democracia, cristiandad, clase obrera) como si fueran saber garantizado, y derivar de ellos, como principios aparentemente seguros, frases rigurosamente metódicas que exigen validez, por haberse derivado a priori, rigurosa y metódicamente, de conceptos y principios (dogmatismo).



Extraído de
La Intoxicación Lingüística
El uso perverso de la lengua
Vicente Romano
Colección TILDE


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