No hay duda que la ofensiva por
desarticular, aún más, el sistema educativo de manera directamente proporcional
a la gramática reformista y en sintonía con las llamadas políticas de estado
(que ni siquiera son pensadas en este estado), se proyecta con vehemencia y
contundencia.
Los despidos en el área, la “devaluación” presupuestaria, el nuevo
intento por bajar la imputabilidad de los adolescentes (que ya es baja, 16
años) y pretender llevarla a 14 años indica que ese Ministerio y otros
involucrados venían perdiendo credibilidad, por lo menos desde los inicios del
proceso de la reforma economicista global de la educación, allá desde los ’90
del siglo pasado.
Es por eso que la pedagogía instrumental se impuso frente a lo que
debería ser pedagogía social, ese trastrocamiento de valores está en
consonancia con la macroeconomía. Lo que hace dable pensar que la discusión
para salir de la trampa de “Educación Para Todos”, ese documento firmado en
Jomtien, Tailandia (1990) y reafirmado en la Cumbre de Dakar (2000), es el
mayor fraude social que se hizo con la Educación y que Argentina suscribió.
Ninguno de los partidos políticos que responden a los valores impuestos
por las grandes corporaciones de la burguesía vernácula e internacional, puso
en discusión la perversidad de la reforma, es más todos coinciden en seguir
promocionando la “calidad” resultadista e instrumental en la supuesta discusión
política cuando se acercan las “operaciones” electorales.
Los llamados “expertos”, tanto los del clan Flacso (en el gobierno
anterior y anteriores); como los del otrora Grupo Sophia (en el gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires desde hace 9 años y en el nacional), nada dicen de las
intrusiones de ong’s y fundaciones en la progresiva toma del control político y
negocio rentable que tienen con su creciente participación. “Proyecto Educar
2050”; “Fundación Bunge”, “Enseña por Argentina”; “Formar Foundation”,
“Kuepa.com”, para no abundar.
Y nada dicen respecto de la transferencia a universidades privadas, como
San Andrés o Di Tella, del control (y el negocio) de la capacitación docente.
Prueba de ello son los despidos en esa área y el desmantelamiento progresivo (o
no) en cuanto a que ese instituto de capacitación era de la esfera pública
estatal.
Y nada dicen porque son parte o de las ong´s, o de las fundaciones, o de
esas universidades y al mismo tiempo funcionarios gubernamentales. Como los
sindicatos burocráticos que también “discuten” la transformación educativa en
la lógica de la reforma.
¿Cómo se explica la “inclusión” y la “vulnerabilidad educativa” con la
baja en la edad de imputabilidad?
Aquí vemos otro punto más de la falacia reformista; los vulnerados
sociales también gozan del “derecho” a ser imputados penalmente. La
ironía hipócrita se explicita de esta perversa manera, estigmatizando a la
adolescencia y a la juventud, cercándola, aún conociendo los altos índices de
pobreza en que estás políticas sumieron, en especial, a esa franja etárea.
Tal vez, nuestros históricos funcionarios, hayan visto el documental,
financiado por Bill Gates y su fundación, Esperando a Superman,
donde se recomienda a los padres, invertir en la educación privada de sus hijos
porque si los envían a la escuela pública se convertirán en delincuentes y eso
les costará más dinero a futuro. Un libelo perverso, que funciona como
propaganda del negocio privado en educación y que el propio dueño de Microsoft
alienta en su “lucha” por la charterización completa del
sistema educativo de los EEUU, porque es uno los formatos donde el control
privado del sistema llegaría a su máxima recompensa: la educación como negocio
y el control político como meta. Una forma de terminar de subsumir los sistemas
educativos como subsidiarios de los intereses corporativos.
La mayoría de los titulares de las ong,s y fundaciones dedicadas a
Educación son Economistas o Licenciados en Administración o Ceos empresariales,
todo un signo de lo que representa la “revolución educativa”.
Un gran montaje de representación, la construcción de un discurso de
“calidad”, de “vulnerabilidad”, de los “aprendizajes para el siglo XXI”, de los
famosos porcentajes en aumento del PBI, con un PBI cada vez más depreciado.
En artículos anteriores y en “La novela educativa o el relato de
la alienación” (2005) habíamos hablado con lujo de detalles de toda
esta trama de la reforma economicista e instrumental de la Educación.
¿Y del presupuesto qué?
De acuerdo con el presupuesto nacional 2017, a Educación le toca el 5.5
%, a Salud el 2%, mientras que lo que se destinará a pagar servicios de Deuda
será del 10.5% y a Defensa 4.0 % (datos tomados del sitio web del Ministerio de
Hacienda).
Es decir que el presupuesto para pago de Deuda y Defensa, sumados, es el
doble de lo que le corresponde a Educación y Salud, sumados. (Usted, lector,
sacará sus conclusiones)
Volviendo a Educación, sólo se ejecutó el 88 % del presupuesto 2016, lo
que representa en pesos, que no fueron ejecutados, 12 mil millones. Mientras
que para este año, 2017, se estableció un aumento del 27% respecto del anterior
2016.
Por lo tanto, estamos en condiciones de afirmar que si la inflación fue
del 42%, el presupuesto educativo para el 2017 se recortó en un 15%, respecto
del año anterior y esto sin estimar las expectativas inflacionarias de este
año.
Una pregunta más: ¿Dónde están los 12 mil millones que no se ejecutaron?
Tal vez en los costos de las pruebas Pisa, tal vez en alguno de los
convenios celebrados con las fundaciones y ong´s o en universidades privadas
prestadoras de servicios educativos.
Lo cierto es que no están donde deberían haber estado y este tipo de
“acrobacia” tanto para el partido gobernante como para el resto del arco
político tradicional, los que se alternan y/o acuerdan, es inimputable.
Por: Darío Balvidares
Fuente noticia: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221476