¿Es posible afirmar que la autoridad de Freire se expresa en
la afirmación de Fiori, al destacar la importancia del trabajo
político-pedagógico del autor, que luchó para que todos pudieran “decir la
palabra”, al creer que con “la palabra el hombre se hace hombre” (FIORI, 1991,
p. 56)? ¿O estará, la autoridad freiriana, en el compromiso con la ética,
diferentemente de lo que de forma no excepcional sucede cuando es ejercida por
la fuerza o la persuasión, no raramente desarrollada por instituciones como
escuelas, prisiones o manicomios?
En fin, cuál es el origen y fundamento de la autoridad de
Freire? Para Freire el educador debe ayudar a que las personas descifren y
transformen el mundo. Por lo tanto, es del contexto de opresión con el cual
desde el inicio de su vida se depara el propio Freire, que él defiende la
importancia de la autoridad en el campo del conocimiento, de la moral y de la
ética, de la tarea docente, inseparablemente pedagógica y política.
Así, la autoridad en relación al conocimiento se constituye
a partir de la actividad pedagógica: la relación se da entre (a) personas que
cargan consigo un capital cultural de origen, con capacidad para (b) realizar
elaboraciones conceptuales. La tarea de la autoridad se dirige a (c) la
sistematización del referido saber, (d) a la investigación y (e) a la
confrontación permanente con otros saberes y teorías.
La autoridad moral (II) toma como piso básico la inserción
en el mundo de las personas y la imperativa comprensión y acción a favor de la
realización cotidiana, es la generación de condiciones para que todos se
dispongan al diálogo y a la crítica. La tarea, no separada de la epistémica, es
calificar el análisis. Por lo tanto, Freire propone como tarea de la actividad
docente la realización de enfrentamientos axiológicos.
A su vez, la autoridad pedagógica (III), debe garantizar
condiciones para que todos expongan lo que saben, exigiendo lo máximo de cada
uno. Debe proponer y organizar acciones colectivas que posibiliten intercambios
(reglamentados) y provoquen la producción de referencias para confrontar 70
comportamientos individuales y sociales.
En fin, la autoridad política (IV) tiene la tarea de
organizar y evaluar las relaciones entre la educación y la sociedad, de hacer
visibles los contextos que originan referencias con las cuales la humanidad se
organiza. En fin, Freire constituye el concepto de autoridad con el propósito
de demarcar, pedagógica y políticamente, una posición a favor de la superación
del autoritarismo y del atrevimiento.
Al exponer el tema de la autoridad, Freire se refiere de
forma recurrente a la imperativa superación del autoritarismo y del
atrevimiento. Y para reflexionar la relación entre libertad y autoridad, es
central considerar la organización social que niega a muchas personas la
libertad de ser sujeto. Freire afirma que el “mundo de la cultura que se prolonga
en el mundo de la historia, es un mundo de libertad, de opción, de decisión,
mundo de posibilidad en el cual puede ser negada la decencia, ofendida y
rechazada la libertad” (1997, p. 62). Como fue anunciado arriba, para Freire,
en la lucha contra el determinismo, la autoridad se legitima, al posibilitar la
instalación de condiciones para la construcción de la autonomía seria,
competente, comprometida y crítica, lo que hace posible afirmar que la
autoridad tiene una indispensable presencia en la formación de los educandos,
en la perspectiva de hacer crecer y de ayudar al otro a convertirse en autor de
la historia.
Pero la autoridad, cuando es confundida con autoritarismo y
con libertinaje, puede ser presencia negativa, esto es, la presencia que inhibe
la búsqueda inquieta del educando, la que niega la posibilidad de la
curiosidad. Pero la misma autoridad, de acuerdo a Freire, puede ser presencia
desafiante, competente y ética, capaz de producir formación autónoma,
comprometida con la construcción de una vida digna para todos. Aún cabe
destacar la persistente discusión respecto a la autoridad en la bibliografía de
Freire.
Es una discusión que Freire asume desde los años 1970,
ratificada en los años 1980 y 1990. La primera y más sólida fase de su
reflexión puede ser leída en Pedagogia do oprimido: “El educador identifica la
autoridad del saber con su autoridad funcional, que opone antagónicamente a la
libertad de los educandos; éstos deben adaptarse a las determinaciones de
aquel…” (1982, p. 34). O, como aparece más adelante: “La teoría dialógica de la
acción niega el autoritarismo como niega el libertinaje, y al hacerlo, afirma
la autoridad y la libertad” (p. 103). De la misma forma, al regresar al Brasil,
reafirma la autoridad que había defendido en los años 1970, al afirmar: (…) una
situación dialógica implica la ausencia de autoritarismo.
El diálogo significa una tensión permanente entre la
autoridad y la libertad. Pero en esa tensión, la autoridad continua siendo,
porque ella tiene autoridad al permitir que surjan las libertades de los
alumnos (…). (1996, p. 127) 71 En Pedagogia da esperança, obra de la década de
1990, propone esta discusión de la siguiente forma: “En lo que se refiere a las
relaciones autoridad-libertad (…), corremos también el riesgo de, al negar a la
libertad el derecho de afirmarse, exacerbar la autoridad o, al atrofiar a ésta,
hipertrofiar a aquella” (1994, p. 23). Finalmente, Freire afirma: La práctica
educativa implica también procesos, técnicas, fines, expectativas, deseos,
frustraciones, la tensión permanente entre práctica y teoría, entre libertad y
autoridad, cuya exacerbación, sin importar de cuál de ellas, no puede ser
aceptada en una perspectiva democrática, opuesta tanto al autoritarismo como al
libertinaje. (1994, p. 109)
Por Gomercindo Ghigi
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski
(Orgs.)
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