DISCURSO
En la concepción freiriana, la educación
dialógica, en especial en la Educación como Práctica de la Libertad que se
transforma en la Pedagogia del oprimido, el discurso está en el ámbito opuesto
de su propuesta de decir la palabra, de comunicación, de diálogo, pues se
encuentra situado en el objetivo de la alienación, de la opresión, de la
manipulación. Afirma que los educadores y políticos profesionales, en su mayoría
populistas, al discutir, muchas veces hablan y no son entendidos, pues sus
lenguajes no están sintonizados con las situaciones concretas de los seres
humanos a los cuales van dirigidos los discursos. Freire (1970) interpreta los
discursos como verbalización del tipo bla, bla, bla inoperantes, ubicados en el
ámbito de la abstracción, como algo situado en el campo alienado y alienante.
Sin embargo, en Ação cultural para a liberdade , aborda el discurso como
sinónimo de habla significativa, posible, necesario e indispensable,
susceptible de ser transformado en textos de lectura, codificado para ser
decodificado, a través de grabaciones de audio, por ejemplo, de las discusiones
de los círculos de cultura.
Se trata de algo que necesita ser recogido, investigado,
sistematizado para realizar un estudio problematizador en un momento posterior.
En esa perspectiva afirma que, analizando la realidad, se puede aprehender el
discurso de los seres humanos y sus niveles de percepción de sí mismos en sus
relaciones con la objetividad. Habla de esta riqueza discursiva en el ámbito de
la codificación-decodificación de la realidad por los educandos-educadores, con
potencial para desvelar los
condicionamientos ideológicos a que pueden estar sometidos en su experiencia
existencial y concreta en la “cultura del silencio”. Por lo tanto, cabe a los
investigadores y educadores, analizar ese discurso durante la investigación
temática, en un proceso inicial de decodificación, con el propósito de comprenderlos
en los más diferentes ángulos. Pues, comprender ese discurso de los educandos
es un paso decisivo para la superación de la percepción estrecha de los
problemas de la realidad, o sea, sus situaciones límite concretas. Solo así
podremos reconocer una serie de preocupaciones de las comunidades escolares
que, en último análisis, revelan una temática a ser tratada de forma
interdisciplinaria, y en la cual se podría basar la organización del contenido
programático para ser posteriormente tematizada y vivida hasta los límites. En
otras palabras, conocer el discurso para reconocer saberes necesarios e
indispensables a la práctica educacional dialógica.
En el ámbito del aprendizaje, tan obstaculizado por la
codificación científico- tecnológica, incluso en la actualidad con la mediación
de las Tecnologías de la Información y Comunicación, al estudiar su propio
texto o de compañeros de otra realidad concreta, los educandos-educadores
estarían estudiando el discurso que brotó de la decodificación de una temática.
Gnoseológicamente, al dialogar y no solamente leer el discurso anterior, harían
la crítica de éste, con uno nuevo, que será también registrado en el proceso.
El discurso sobre el discurso anterior, que implica el conocimiento del
conocimiento anterior, daría lugar a un nuevo libro, un segundo libro de
lectura, cada vez más rico, más crítico, más plural en su temática. De esta
forma se estaría intentado hacer un esfuerzo serio en el sentido de desarrollar
la expresividad de los educandos-educadores que irían, cada vez más,
insertándose en la realidad concreta de forma crítica, reelaborando así sus
discursos tematizados. Inserción crítica, por medio de la cual irían ganando
más rápidamente la comprensión de que a la nueva estructura de lo real vivido,
corresponde un nuevo pensamiento-lenguaje .
De esta forma, los propios educandos, al estudiar sus
discursos, harían crítica de este, lo que implicaría un aprendizaje diferente
do lo que harían con frases hechas y discursos de los otros. Al final, desde
este punto de vista educacional, el discurso es una codificación a ser
decodificada. Con todo, la coherencia entre el discurso y la práctica es
esencial. O sea, ser el mismo al hablar y al actuar. Por otro lado, como
educadores-educandos necesitamos insistir en que es la práctica la que evalúa
el discurso y no al contrario (FREIRE, 1982). Pues, el discurso incoherente con
la práctica, se convierte en pura palabrería manipuladora, discurso populista
fuera del propósito de la praxis. Finalmente, queremos alertar que, mientras
focalicemos nuestro trabajo educacional dialógico solamente a la frase,
quedándonos así en la periferia, probablemente no haremos otra cosa, al hablar
sobre el tema que ella comprende, sino en un “discurso de frases hechas” . El
análisis discursivo en la perspectiva dialógica, es esencial para producir
praxis liberadora cotidiana en la educación.
Autor Fábio da Purificação de Bastos
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