martes, 25 de agosto de 2020

José Antonio Marina: “Vivimos una epidemia de decaimiento del pensamiento crítico, por eso están creciendo las fake news”

José Antonio Marina muestra sabiduría añeja en su voz pausada. Con unas palabras es capaz de hilar un discurso y argumentar concienzudamente sobre el tema que más nos atañe: la educación.
Este filósofo y pedagogo es Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia y catedrático, publica recientemente su última obra Historia Visual de la Inteligencia, en la que vuelve a centrar sus estudios en la inteligencia humana y su desarrollo desde sus orígenes.

Quién mejor que él para reflexionar sobre los problemas e incertidumbres de nuestra escuela, sobre los docentes, sobre nuestra sociedad.

Les dejamos con la entrevista a José Antonio Marina:
P. ¿Cómo debe afrontar la educación la era de los micro contenidos?
R. La educación no solo debe tener contenidos, sino hábitos para manejar los contenidos. Lo que se está produciendo ahora es una especie de fragmentación de todo y eso impide que la gente pueda tener una visión general de la situación.
El modelo que yo propongo va justo en la dirección contraria, lo que tenemos que hacer es alguna integración de conocimientos dentro de los currículos escolares para que se pueda tener una visión general del asunto y se pueda comprender mejor lo que sucede.
Lo de los micro contenidos es, fundamentalmente, una cuestión puramente didáctica y es una cuestión de gestión comercial. Como elemento didáctico puntual me parece muy bien, pero en los procesos educativos tenemos que ir al contrario, tenemos que poner en relación unos contenidos con otros. Hasta tal punto que yo he defendido que haya un único libro de texto por curso, donde cada una de las asignaturas estuvieran enlazadas unas con otras para que no aparezcan como contenidos aislados que luego no sabemos muy bien qué hacer con ellos.

P. ¿Pero sí que existe esa creencia popular de que se les exige menos a los estudiantes de hoy en día que a los de antes?
R. Eso se suele decir como una impresión tomada al vuelo. Solo lo podríamos saber comparando los currículos y los resultados de los estudiantes. Cuando hablamos de contenidos, hablamos de un cambio de paradigma muy claro. Uno era la escuela antigua que estaba centrada en el maestro, centrada en los contenidos, en la obediencia y en la memoria y eso daba muy buenos resultados. La escuela nueva va en otro lado, centrada en la actividad, en el alumno y en la creatividad.  Lo que hemos hecho mal es marcar las diferencias y no ver que había que unificar los dos sistemas. ¿Sabían antes hacer más cosas de memoria? Sin duda alguna. ¿Sabían hacer menos cosas con esos contenidos? También es verdad.
El gran cambio se da cuando la educación secundaria, que es la fundamental, se hace universal y hasta los dieciséis años. Esto somete al sistema educativo a unas tensiones que no existían anteriormente. Cuando yo estudié bachillerato estoy seguro que éramos mejores, pero porque la selección se había hecho antes. Ten en cuenta que en esos años estudiaba muy poca gente el bachillerato.
La educación obligatoria es la más complicada y por eso necesitamos mejores profesores. Tenemos dos retos: educar a toda la población menor de dieciséis años y hacer una educación de calidad. Estos dos objetivos son contradictorios y son muy complicados de cumplir.

P. ¿Qué responsabilidad tienen los docentes en este proceso?
R. Todos los docentes, sea cual sea la ley, puede dar muy buenas clases. Las dará con más facilidad y eficacia si todo el sistema es bueno. Aquello de “yo no puedo dar buenas clases porque la ley no me ampara”, no es verdad. Todo docente en sus clases puede dar muy buenas clases, al igual, todo centro educativo puede ser un centro educativo de calidad a pesar de las leyes. El pensar que todo se va a arreglar si cambia la ley o si cambian los currículos, por la experiencia que tengo, y he visitado muchas escuelas, es que no es verdad. Con las mismas leyes hay escuelas buenas, regulares y malas. Y no solo depende del entorno, hay escuelas en entornos difíciles que son extraordinarias.
Los profesores no tenemos un sistema de formación de los docentes, eso es verdad. Pero esto no implica que los docentes no deban formarse por su cuenta. Cada uno debe intentar, en la medida de sus posibilidades, mejorar las cosas.

P. Sabe que algunos docentes, leyendo estas palabras, van a pesar en la importancia del contexto…
R. Sin duda alguna. Es decir, cuando analizamos técnicamente el efecto escuela, aquella responsabilidad en la que el éxito o en el fracaso educativo se deba estrictamente a la misma no pasa del 40%. El otro 60% depende en primer lugar de la procedencia socio económica y cultural del alumno y, en segundo lugar, del ambiente en el que esos alumnos se educan.
Hay muchas cosas que están presionando en contra del sistema educativo. Por ejemplo, las nuevas tecnologías. No las hemos incluido bien en la escuela, ya nos lo ha dicho la OCDE, y tienen una presión fuera de ella tan sumamente fuerte en la formación educativa, que no escolar, de los alumnos, que son un problema.
La escuela tiene que compensar las deficiencias que nos vienen por procedencia económica y la mejor solución que tenemos es que la edad de acceso a la escuela sea cuanto antes, si puede ser el primer año, mejor. En segundo lugar, darnos cuenta que, lo más sabio que hay en la educación es una frase que me gusta mucho y es que “para educar a un niño hace falta toda la tribu.” La más responsable es la escuela, por supuesto. Pero hace falta toda la tribu.

P. Es decir, aquellos que piensan que la raíz del problema radica en el modelo, están echando balones fuera, por así decirlo.
R. Sí, en parte sí. Vamos a ponerlo en dos niveles distintos. La calidad de la escuela dentro del estado español difiere mucho de una comunidad a otra. Este año ha mejorado mucho Galicia y hay otras que están muy atrás. Valencia está en la zona intermedia, Madrid estaba mejor y ahora no. Todos tienen la misma ley. El País Vasco bajó en el último PISA, estaban muy preocupados y ahora están mejor. También depende mucho de cómo se gestione.
Hay algunas cosas que están mal del modelo. Por ejemplo, la Formación Profesional. El País Vasco tiene una de las mejores formaciones profesionales del mundos, por eso son un referente internacional.

P. Pero, en estos resultados, en los de PISA, sí que ha pesado los hechos históricos. El eje norte sur ha quedado muy marcado.
R. Sí, sí, esto pasa en muchas naciones y es un efecto muy curioso. El déficit histórico ya debería empezar a diluirse, porque estamos en un estado de las autonomías con muchas ayudas para aquellas que tenían ciertas deficiencias. A día de hoy no podemos seguir diciendo que se arrastra una historia, aunque al mismo tiempo se sigue arrastrando. Ahí sí que estamos haciendo algo mal.
Tenemos que distinguir entre la escolarización, el éxito o fracaso escolar y otra cosa que es el éxito o fracaso educativo. Escolar es cuando los objetivos de la escuela se cumplen. Un fracaso es el abandono escolar. En la educación intervienen más factores, interviene la escuela, la familia, la sociedad… Desde la escuela tenemos que pedir que ojalá se pudiera hacer una lista de los deberes educativos de la sociedad: los deberes educativos de la familia, los deberes educativos de los políticos, los deberes educativos de la cultura, …Ojalá pudiéramos hacer una gran carta con los deberes educativos de una nación.

P. En general, se suele hablar mucho de potenciar el pensamiento crítico de los alumnos, pero, ¿se trabaja este punto?
R. No. Estamos pasando una epidemia de decaimiento del pensamiento crítico, por eso están creciendo las fake news, porque a nadie le importa ser engañado.

P. Y justo ahora es cuando se nombra más…
José Antonio Marina. Justo ha salido una campaña de las universidades americanas advirtiendo como en sus universidades se está olvidando el pensamiento crítico. Esto también parte porque los mismos rectores de algunas universidades no quieren que sus alumnos se metan en problemas, que se inquieten. Piensan que es mejor que solo estudien su especialidad. Esto es un disparate.
Lo que tenemos que decir es que una democracia desarrollada necesita el pensamiento crítico porque es lo único que le puede proteger de todos los movimientos adoctrinadores, sus creencias o sus opiniones como sabemos que están haciendo las redes sociales. Ante las presiones que están haciendo las redes la única defensa es el pensamiento crítico. Una estructura peligrosa desde el punto de vista educativo como es Twitter, da mucha influencia a mensajes cortos que son perfectos para clic publicitarios, para adoctrinamientos, para consignas, pero donde no caben los argumentos, porque los argumentos son largos.
Esto no solo ocurre en gente joven, igual los adultos empiezan a tener dificultades para leer un texto de cierta complejidad. Se hace más simple, más elemental, más tosca toda nuestra convivencia. Los argumentos son largos y aburridos y necesitamos esta especie de jaleo continuo. Así no hay posibilidad de enlazar dos ideas. Esto no ocurre solo en España, ocurre en todas las naciones desarrolladas. Estamos viviendo un colapso del pensamiento crítico.

P. Sin embargo, cita mucho la palabra adoctrinar. ¿No cree que se utiliza esta etiqueta contra el docente cuando se abre un poco fuera del currículo?
José Antonio Marina. Lo que pasa es que tenemos muchos ejemplos de que los docentes sí que pueden adoctrinar. No están abriendo el currículo, sino que lo están es cerrándolo. Lo que tienen que hacer es potenciar el pensamiento crítico a través de su asignatura.
A mí lo que me interesa es que un proyecto de un curso escolar tiene que ser un proyecto integrado en el que todas las asignaturas se supieran que están colaborando en una misma tarea, entre ellas, a tener un pensamiento crítico. ¿Cómo no va a poder desarrollar el pensamiento crítico las matemáticas? Por supuesto que sí. ¿Cómo puede hacerlo la historia? La historia es la asignatura más vulnerable al adoctrinamiento, en esa hay que tener mucho cuidado porque puede estar muy sesgada.
Ojalá tuviéramos unos docentes en la educación obligatoria sobre una visión de los movimientos culturas, el arte y por supuesto, la filosofía, donde los alumnos tengan la capacidad de comprenderlas. Cada una de las asignaturas tiene dos funciones: enseñar los contenidos y enseñar a pensar críticamente.

P. Apunta a la filosofía que últimamente ha sido muy atacada…
José Antonio Marina. Yo soy catedrático de Filosofía, hablo de lo mío y bueno, muchas veces no hemos estado a la altura de las circunstancias. Cada barco que aguante su vela, hemos hecho muchas tonterías. Hemos transmitido una especie de escepticismo generalizado, una devaluación de la verdad pensando que todo son opiniones, un cambio del estudio de la filosofía por Historia de la Filosofía que son cosas distintas.
Deberíamos hacer lo mismo que el resto de profesores. Todos los profesores tenemos que saber contestar a la pregunta que nos van a hacer los alumnos: ¿y esto para qué sirve?
Cada uno de los alumnos debe saber por qué es importante aquello que estamos estudiando. Tenemos que dar sentido a aquello que estamos enseñando, si no lo hacemos, no debemos ser profesores.

P. Al final, entiendo que todo puede tener un sentido pragmático.
R. La idea de la inteligencia no es conocer ni hacer ciencia, es dirigir la conducta y dirigirla bien. Si haces política, hacer buena política. Si haces ciencia, hacer buena ciencia. Pero siempre es para algo.
Muchas veces decimos, ¡qué importante es leer! Pero, habrá que leer para algo. Leer nos permite pensar mejor, expresarnos mejor y también, como no, para divertirnos. Estamos enseñando cosas que son importantes para sus vidas, explícales para qué.

P. Por último, ha apuntado una idea de reestructuración de contenido…
José Antonio Marina. Sí, en los dos últimos libros que he escrito, “Biografía de la Humanidad” y “Historia visual de la Inteligencia» me he pasado a la historia. En ellos se habla sobre la idea de cómo podríamos introducir de nuevo el humanismo, aunque nadie dice cómo hay que hacerlo. Creo que estamos en un momento en el que hay que introducirlo no aprendiendo un poco de aquello y un poco de lo otro. No, habría que ver desde el principio cómo funciona la inteligencia humana. La inteligencia humana ha hecho ciencia, ha creado sentimientos, arte, religiones, cultura política… ¿Todo esto por qué lo ha hecho?
Lo importante es saber por qué las matemáticas tienen tanta influencia en nuestra vida, por qué nos hemos dedicado tanto a estudiarla. Por qué la inteligencia ha aprovechado herramientas que tiene a su alrededor y le permiten pensar de otra manera. Por ejemplo, cuando aparece el lenguaje nos permite pensar de una manera distinta, cuando aparece la escritura, cuando aparece las notaciones musicales o las notaciones algebraicas. Ahora aparece las tecnologías digitales que también nos hacen pensar de una manera distinta.
Hay que ver cómo las diferentes culturas a lo largo de la historia se han enfrentado a los mismos problemas, pero los han resuelto de forma distintas. Tenemos que tener esa visión. Por eso tendríamos que incluir la asignatura: “Ciencia de la evolución de las culturas”. Esto nos ayudaría a comprendernos mejor.

P. Esto daría pie al pensamiento crítico que citaba anteriormente.
R. Exactamente.



Por Yosoytuprofe
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