La función principal de la Teoría Crítica, consiste en el análisis de las sociedades con relaciones de poder asimétricas, desiguales e injustas. Esta teoría no ha pasado de moda ni está desactualizada, porque su objetivo consiste, en explicar, y por supuesto, superar las contradicciones profundas de las sociedades inmersas en el mundo de la producción y el consumo de mercancías innecesarias. En este marco ¿Bajo qué supuestos se desenvuelve la teoría crítica?
La
Teoría Crítica analiza, como primera premisa básica, la
existencia y esencia del capital. Este análisis está vinculado a la crítica
marxista, a la economía en el trabajo como economía política. Lo interesante,
no es el estudio de un momento histórico del desarrollo de sociedades
industrializadas, sino el esclarecimiento de la existencia y dominio del
capital en cada sociedad y momento histórico, mientras existan seres humanos en
este planeta. La premisa es muy sencilla: la acumulación de capital tiene
relación con la sociedad de consumo, la existencia de mercancías y las formas
propias de producción, sin la conformación de medios y maneras de
concienciación.
El significado de la Teoría Crítica,
radica en el análisis de las sociedades altamente desiguales e injustas. Ella
no ha pasado de moda ni está des-actualizada, porque su objetivo consiste, en
explicar, y por supuesto, superar las contradicciones profundas de las
sociedades inmersas en el mundo de la producción y el consumo de mercancías
innecesarias, más si éstas reproducen estructuras injustas en todos los ámbitos
de las relaciones e interacciones entre los seres humanos de cada comunidad,
por muy pequeña que ésta sea.
Las sociedades actuales, a diferencia del capitalismo propio
del Siglo XIX o de la segunda mitad del Siglo XX, sustentan sus bases y
orientaciones en la supremacía del individuo, en su poder de acción y decisión
sobre los otros y de su capacidad de acumulación y consumo, sin importar el
peso que represente para la naturaleza y las condiciones en las que tenga
lugar. Es decir, la sociedad de consumo actual es altamente individualista y
depredadora, donde el fin último, consumir y acumular, justifica cualquier
medio, como por ejemplo, explotar a los/as otros/as sin contemplación. Estas
sociedades pueden atravesar por momentos periódicos o sorpresivos de
sobreproducción-consumo o escasez. El sistema capitalista busca o inventa
mecanismos de permanencia, muchos de ellos engañosos y contradictorios. En
algunos casos, se muestra muy liberal e individualista, mientras que en otras
circunstancias, puede ser protector e inclusive, tener comportamientos propios
de sociedades en procesos de transformación hacia el socialismo. Sin embargo,
sus principios continúan siendo los mismos. Producción de bienes innecesarios
bajo el control de unos pocos, comercialización masiva de mercancías poco significativas
desde el punto de vista social y personal, mucho consumo de energía,
explotación de seres humanos y altos niveles de depredación a la naturaleza
local y global. Sin caer en la trampa del postmodernismo, podríamos afirmar que
la crisis del capitalismo en las sociedades modernas, tiene relación con un
conjunto de desfiguraciones sociales, económicas, políticas, científicas,
mediáticas, culturales y, especialmente, en la desorientación de los avances de
la técnica, que podemos sinterizar, de acuerdo con la opinión de Young de la
siguiente manera:
La modernidad ha creado sus propios problemas: por la
arrogancia de una ciencia y de una técnica satisfechas, por no haber alcanzado
un grado de inteligencia social proporcionado a su capacidad técnica, por la
extensión del poder burocrático a la vida cotidiana y por la enajenación del
individuo, producida por la tentativa de los medios de difusión de manipular la
identidad personal. Desde el punto de vista mundial, podemos ver también que la
modernizada ha tomado una forma específicamente europea, como también podemos
ver, desde el punto de vista feminista, los rasgos de la desfiguración
patriarcal. A todo ello se añaden los problemas ambientales, que en cierto modo
son consecuencia de estas otras desfiguraciones. Las cuatro deben ser
subsanadas, si la posibilidad de cierta conservación de la idea de la
racionabilidad ha de ser rescata de sí misma. La ciencia se creó una idea
parcial de sí misma, que después confundió con la idea de todo posible
conocimiento humano. Ignorando los fundamentos sociales de la investigación,
quedó presa de los imperativos tácticos del Estado y del complejo
militar-industrial. También se confundió la técnica. Se alzó con
una tiranía y sólo mantiene una vida artificial gracias a haber olvidado irreflexivamente
sus orígenes en las opciones sociales y culturales humanas. La sociología,
recogiendo estos errores, se ha convertido en bufón que, con grotescas
piruetas, trata de imitar el modo de las ciencias “sólidas” de engañarse a sí
mismas. La lógica de la técnica ha penetrado en la sobras del gobierno y, en
nombre de la eficacia, los funcionarios están colonizando cada vez más esferas
de sentido particular. Por encima de todo ello, como unos espejos deformantes
de feria, los medios de difusión emiten tantos reflejos de los que somos o
pudiéramos ser que nos agradan o acortan sucesivamente hasta embotarnos la sensibilidad. No
es raro que unas voces reclamen o el ensueño de recobrar los sentidos perdidos
rompiendo los espejos, o una verbena de imágenes reordenando los espejos en una
regresión infinita de significados, como el dibujo de la caja de copos de avena
Quaker Oats.
Las dificultades periódicas o sorpresivas, provocada por el
sistema capitalista nacional e internacional, pueden llevar a situaciones de
desigualdad y explotación más profundas que en momentos de abundancia; también
es posible que conduzcan a comportamientos egoístas, xenofóbicos, separatistas,
violentos y autoritarios, como ocurre actualmente al interior de algunos países
o en el ámbito internacional. Un caso muy elocuente consiste en las acciones
racistas, inhumanas, injustas y discriminadoras de los países europeos respecto
a los/as inmigrantes, de origen africano, latinoamericano y caribeño.
Los Estados Burgueses pasan, en el ámbito de la democracia
representativa- burguesa, a comportamientos totalitarios y autoritarios, más
aun cuando ocurren momentos críticos en los ciclos de la economía perversa que
sustentan. Las actitudes antidemocráticas aumentan al producirse, acciones
contrarias al orden establecido y requerido por el Estado Burgués imperante.
Hoy vemos como existen mecanismos sofisticados de control, a través de la
implementación mundial de las tecnologías de la información y simulación, la
biotecnología y, muy peligrosamente, la enajenación. A
partir del discurso permanente, aparentemente democrático y participativo,
dirigido a cada trabajador/a, al margen de sus actividades cotidianas
individuales y colectivas, se sustenta el gran aparato mundial de control y
manipulación de las personas. Esta superestructura seguirá existiendo en cada
época, contexto y momento histórico, mientras haya todo un constructo
ideológico, generado por la teoría del capital, su acumulación y mantenimiento
de relaciones de sometimiento. Hoy esta teoría, se disfraza con el surgimiento
de concepciones neoliberales engañosas como la multiculturalidad, interculturalidad
y transculturalidad, el comunitarismo, la sociedad global, etc., que reduce u
opaca la discusión y el verdadero debate sobre la lucha por el poder, desigualdades
sociales, injusticias y exclusiones, explotación, discriminación, racismo y la
miseria en la que viven grandes sectores de nuestros pueblos latinoamericanos y
caribeños, así como de otras latitudes, también en los países altamente
industrializados y tecnificados.
Los principios de la crítica ideológica podrían considerarse
como la segunda premisa de la Teoría Crítica. Ésta en oposición a la metafísica
idealista en la formación de la filosofía de la historia, la ontología, la filosofía
irracional de la existencia de la vida y las relaciones entre los sujetos y la
ontología existencialista, así como la actual tendencia mística y dogmática de
las relaciones de producción y desarrollo histórico del conocimiento, de
nuestros pueblos. La sociedad capitalista actual logra con mucho éxito, desviar
la atención del núcleo central contradictorio hacia intereses y posiciones poco
analíticas desde el punto de vista científico. Una de estas falsas concepciones
tiene que ver con la búsqueda de una identidad, inexistente por cierto entre el
explotado-sometido y el dominador- explotador, donde todos/as supuestamente,
dejan de ser excluidos-dominados para entrar en el mundo de los/as incluidos/as
dominadores/as. Este mensaje, ilusorio y falso, se expresa hoy en la creencia
de que todos/as tienen la misma oportunidad y pueden desarrollar las mismas
competencias de dominación. Sin embargo, y al mismo tiempo, se refuerza los
mecanismos de superación individual, egoísta y exclusión, como ocurre, por
ejemplo, la educación a partir de competencias, la conformación de líderes y el
fortalecimiento de la auto- estima, constructos egoístas e individualistas, que
impiden el logro de procesos de concienciación popular de cada ciudadano/a en
los diversos espacios y contextos donde existen seres humanos. Paulo Freire
trabajó ampliamente sobre este aspecto, insistiendo en la necesidad de la reflexión
y la acción política como medio de liberación, a partir de cada acción
educativa, como por ejemplo en los procesos de alfabetización, tal como lo
recuerda McLaren:
Paulo Freire, crítico feroz del neoliberalismo, percibió una
gran tensión ideológica en la capacidad de las personas de asimilar un concepto
político que fuese más allá de una identidad consumista engendrada a partir de
la panoplia de la lógica mercantil. Además, la convivencia social y los
discursos de la vida cotidiana no pueden definirse a priori como formas
excluyentes de la esfera política. El contacto personal de Freire con
campesinos brasileños, durante su juventud, influyó de forma decisiva en su
proclividad a la rebeldía popular contra la explotación económica en América
Latina, África y otras partes del mundo. Dadas las contradicciones básicas que
subyacen a un orden social involucrado en la explotación de la gran mayoría de
la sociedad brasileña, la tarea o misión de Freire se concentró en la
transformación de las relaciones de producción de riqueza social (junto con los
aspectos ideológicos y políticos a ellas vinculados). Sin embargo, ese intento
de restaurar un nuevo orden social, respaldado por un sistema justo de
propiedad y distribución de la riqueza social, acabaría relegándolo al nivel de
los educadores considerados subversivos por el Estado”… Para Freire, los
propios procedimientos de alfabetización y el acto de “llegar a conocer” deben
transformarse de modo que atribuyan posición destacada a las cuestiones de la
justicia social y la lucha por la emancipación. Freire
nos enseñó que los oprimidos, para materializar sus propias actividades con
fuerza revolucionaria, necesitan desarrollar una conciencia colectiva de su
propia condición o formación como clase sometida, así como de un espíritu de
solidaridad e independencia. Desde la perspectiva freireana, la pedagogía de la
alfabetización crítica es el principal vehículo para el desarrollo de una
conciencia crítica entre los pobres, lo cual conduce a un proceso de
exploración de significados y un esfuerzo creativo que combina un profundo
significado social con un objetivo común. La alfabetización se convierte, para
él, en ese “proceso” común de participación, abierto a todos. El problema de la
conciencia crítica no puede plantearse si se abstrae de los contextos
históricos significativos donde se producen, se implican y se apropian los
conocimientos.
El principio ideológico, fantástico, de la identificación
del/la explotado/a con el/la explotador/a, se convierte en una ilusión
masoquista, cuya consecuencia radica en creer que el individuo fue liberado de
las garras y cadenas de la
explotación. Al final se fortalece la idea de que es válida y
aceptable, cada acción y comportamiento de discriminación, exclusión y humillación,
porque todos/ as se creen con el derecho a dominar. Esta grave asimilación de
las identidades del dominador, genera comportamientos sociales y sicológicos de
aceptación de las injusticias, mantiene sin ninguna resistencia las estructuras
del sistema inhumano capitalista, encubre actitudes de dominación-explotación
de unos/as sobre otros/as y produce, las condiciones necesarias para la
desaparición parcial o total de los seres humanos en el planeta. Estas
relaciones forman parte de las sociedades altamente industrializadas y tecnificadas,
donde el discurso actual predominante, consiste en afirmar que allí no se puede
hablar de luchas de clases, porque la clase trabajadora convencional no llega
al veinte por ciento de la
población. Esto significa que la ideología imperante del
sistema capitalista ha logrado, mediante la fiereza de la economía depredadora
del mundo y la falsa idea de la libertad, que no es más que un masoquismo
generalizado, eliminar del debate y de las luchas sociales, el problema de la
explotación, la miseria humana- social, las desigualdades y la destrucción del
planeta, inclinando la balanza hacia la identificación del explotado-excluido
con el dominador-excluyente.
La
Teoría Crítica, no sólo advirtió, hace más de medio siglo,
esta tendencia ideológica del sistema capitalista internacional, sino que
explicó e indicó sus contradicciones ideológicas, siempre desde el marxismo,
así como las formas apropiadas para la superación de esas contradicciones.
Extraído de:
Pedagogía y Didáctica Crítica para una Educación Liberadora
Dr. David Mora
Director Ejecutivo del Instituto Internacional de
Investigación Educativa para la Integración.
En Integra Educativa Nº 4 / Vol. II No. 1