Son 25 millones, en todo el mundo, trabajando para nuestro bienestar consumista. A los Estados europeos les gusta recordar que abolieron la esclavitud. Si tan solo fuera verdad. Nunca ha habido tantas personas esclavas como ahora. Nunca ha sido tan rentable.
Según la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), es el tercer tráfico ilícito más prolífico del mundo después de las
armas y las drogas. En promedio, una sola persona esclava produce una ganancia
de 3.978 dólares al año. La rentabilidad anual de estas personas superaría los
150 mil millones de dólares. La esclavitud probablemente nunca ha
sido tan lucrativa.
El trabajo forzoso está definido por la OIT de la
siguiente manera: “Todo trabajo o servicio exigido a cualquier persona bajo la
amenaza de cualquier castigo y para el cual dicha persona no se ha ofrecido
voluntariamente” .
¿Quiénes son las y los esclavos? La OIT distingue
tres categorías de esclavitud: el trabajo forzoso impuesto por el sector
privado, el trabajo forzoso impuesto por el Estado y la explotación sexual. En
el sector privado es donde se encuentra el mayor número de personas
esclavizadas (16 millones en 2016); la mitad de esas personas esclavas están en
esa situación como consecuencia de la obligación de la devolución de una deuda.
En el caso de la explotación sexual, hay alrededor
de 3,8 millones de víctimas adultas y 1 millón de niños y niñas en todo el
mundo. Y de estas casi 5 millones de personas esclavas sexuales: el 99% son mujeres o niñas .
Finalmente, se han contabilizado 4,1 millones de
personas esclavizadas por el Estado. Citemos, por ejemplo, el ilustre caso
americano. En efecto, en los Estados Unidos, las cárceles son el tercer
empleador más grande del país.
La decimotercera enmienda es útil para los negocios
estadounidenses: abolió la esclavitud salvo en un detalle: «como castigo por el
delito del cual la parte debe haber sido debidamente condenada» . Por lo tanto,
la justicia estadounidense puede permitirse crear esclavos. Más aún, dado que
en Estados Unidos, el 90% de los juicios terminan en un «plea bargain» (acuerdo de culpabilidad-negociación de
una sentencia) .
Más que crímenes, son clases sociales y raciales
las que resultan encerradas para esclavizarlas a voluntad. A nivel mundial, una
de cada cinco personas reclusas se encuentra en los Estados Unidos. La primera
«democracia» mundial es también el primer carcelero del mundo. Regularmente, las y los prisioneros en los Estados Unidos
hacen huelga para poner fin a esta esclavitud moderna.
De los 25 millones de personas esclavas, el 10%
(2.500.000) se encuentran en situación de trabajo forzoso impuesto por el
Estado, el 22% (o 5.500.000) se encuentran en situación de trabajo forzoso con
fines de explotación sexual y, finalmente, el 68% (es decir, 17.000.000) se
encuentran en situación de trabajo con fines de explotación laboral. Por tanto,
los sectores más afectados son: agricultura, pesca, minería, industria,
servicios y trabajo doméstico. Si a eso le sumamos 15 millones de personas
(mujeres y niñas en el 99% de los casos) en situación de explotación sexual,
tenemos una situación mundialmente deplorable.
La esclavitud
moderna
Nuestro sistema capitalista explota el mundo y a
sus habitantes para su beneficio
40.300.000 es el número de personas reducidas a la
esclavitud en el mundo. 25 millones por trabajos forzosos, 15 millones por
matrimonio forzado. En estas cifras no están contabilizadas las víctimas de
tráfico de órganos (como los Ouigures de China) ni las y los niños soldados
(250.000 en 2018).
La esclavitud moderna comprende:
- El trabajo forzoso: “Todo trabajo o servicio exigido a cualquier persona
bajo la amenaza de cualquier castigo y para el cual dicha persona no se ha
ofrecido voluntariamente”.
- La trata de seres humanos, que reúne 3 elementos: la acción (el
reclutamiento, el alojamiento, etc.), el medio (abuso de vulnerabilidad,
uso de la fuerza, etc.) y el objetivo (la explotación: sexual, económica,
doméstica, etc.).
- La esclavitud por la deuda: exigir la devolución de una deuda
mediante el trabajo. Utilizado tanto por las y los empleadores que
recurren al trabajo forzosa como por quienes trafican con seres humanos.
El 50% está en esta situación para devolver una
deuda. Un millón de niños y niñas en todo el mundo son víctimas de trata de
seres humanos. Cada esclavo produce al año 4.000 dólares como media a quien le
explota. El 71% de las personas esclavas en el mundo son mujeres o niñas. Una
persona de cada cuatro reducida a la esclavitud en el mundo es un niño o una
niña.
Contrariamente a lo que se cree normalmente, los estudios
muestran que hay esclavitud en todos los continentes del mundo.
Para el trabajo forzoso, en
Asia-Pacífico contamos con 4 esclavos por cada 1.000 personas. En Europa y Asia
Central es de 3,6 personas por cada 1.000, 2,8 por 1.000 en África, 2,2 por
1.000 en los Estados Árabes y 1,3 por 1.000 en las Américas (las dos últimas
cifras deben moderarse ya que tenemos muy poca información sobre la realidad in
situ).
Por lo tanto aquí, en Europa, la cuna autoasignada
de los derechos humanos, todavía estamos hundidos en la agonía del trabajo
forzoso. El horror no se perpetúa sólo en los países en desarrollo sino,
también sin duda en nuestras grandes avenidas luminosas pavimentadas con buenas
intenciones.
Inge Ghijs, editora del periódico De
Standaard dirigió la investigación sobre este tema en su libro:
“Esclavos y esclavas domésticas: humilladas y humilladosos, violadas y
violados, escondidas y escondidos” .
En él, la autora nos adentra en las instituciones
diplomáticas de Bruselas u otras familias acomodadas (o menos acomodadas, ya
que la clase media tampoco se priva de mujeres trabajadoras de hogar) ansiosas
por encontrar una trabajadora para cuidar a sus hijos e hijas.
Inge Ghijs tuvo dificultades para encontrar
personas dispuestas a colaborar para aclarar este espinoso tema. Las personas
víctimas a menudo temen las represalias y las familias o las y los embajadores
son muy cautelosos ante la idea de aparecer como esclavistas.
Sin embargo, a fuerza de determinación, Inge Ghijs
logró obtener cierta información esencial, como el estatus especial de los
comerciantes de diamantes indios:
“[…] Además de algunos diplomáticos, los indios son
los únicos habitantes de Bélgica que tienen autorización oficial para contratar
a un ciudadano de fuera de la UE como empleada o empleado de hogar interno. Los
empleadores solo pueden recibir un permiso de trabajo para un empleado de fuera
de la UE si no hay un trabajador similar disponible en el mercado laboral
belga. La Comunidad Flamenca asume que hay suficientes belgas que pueden
trabajar como empleadas y empleados de hogar internos. […] Por razones
religiosas, las y los comerciantes de diamantes indios son una excepción».
Las alrededor de 1.177 personas indias que viven en
Amberes son predominantemente de la fe jainista. De casta superior y muy
activos en el comercio de diamantes, las y los jainistas deben seguir una dieta
muy estricta y solo pueden comer alimentos que hayan sido preparados por manos
puras, es decir, cocineros indios. Las y los jainistas, por tanto, traen a las
castas indias inferiores para que les sirvan como cocineros, pero también como
empleadas y empleados del hogar. Como explica Marc Vandenabeele, alcalde de
Aartselaar y ex director general del High Diamond Council:
“Algunos cocineros indios son tratados muy bien,
otros no. A veces, como pago, solo se les aloja y se les alimenta. A veces
reciben 250 euros, pero tienen que reembolsar la mitad por la comida y el
alojamiento. Hay algunos que reciben solo un poco de dinero de bolsillo, el
resto de su salario va a sus familias en la India. Pero también hay algunos que
están bien pagados y que reciben su salario completo en persona. No es raro que
estén alojados en condiciones espantosas, en el sótano o en el ático, con solo
una cama o colchón y un lavabo. Todavía tienen prohibido vivir solos. De hecho,
están encerrados en la casa de su empleador.
Si solo hay un cocinero en casa, su tarea es muy
pesada porque las comidas indias requieren mucho trabajo. Siempre hay quince o
veinte platos diferentes. Se necesitan horas de preparación. […] Si en Amberes
este cocinero se escapa, automáticamente significa que habrá consecuencias para
el resto de su familia en la India. Quizás toda la familia se quede sin
trabajo. Además, los cocineros solo hablan indio, no inglés. Por tanto, no
pueden comunicarse».
No es solo en Amberes donde está floreciendo la
trata de personas. Inge Ghijs nos cuenta sobre los anuncios clasificados en los
periódicos:
“Mujer negra brasileña busca trabajo como empleada
de hogar interna»
«Mujer joven busca trabajo como interna»
«Mujer busca trabajo de cuidado de niños,
preparación de la comida, paseo del perro”
Cada semana, periódicos como el diario de Bruselas Le
Soir publican anuncios clasificados de familias que buscan una
trabajadora de hogar interna y trabajadoras de hogar que ofrezcan sus
servicios. Este tipo de anuncios se pueden encontrar en tiendas y supermercados
de las grandes ciudades. Todo esto prueba que existen, pero encontrarlas es una
historia diferente».
Poco a poco, Inge Ghijs se ha ido encontrando con
estas mujeres en las sombras. Traídas a Bélgica por primas o primos lejanos.
Por muchas maravillas que se les hubiera prometido, estas mujeres se encuentran
muy frecuentemente con todo tipo de situaciones lamentables. Además, se
encuentran atrapadas en Bélgica teniendo que reembolsar un boleto de avión
comprado a crédito mientras tienen que enviar dinero a casa para sus hijos e
hijas. Su visado es a menudo confiscado por la familia de acogida y se
encuentran bloqueadas, sin poder hablar con nadie y especialmente con la
policía.
A esto se suman sus propias necesidades, que, en su
mayor parte, no son tenidas en cuenta por las familias. María, una empleada de
hogar brasileña, explica:
“Me endeudé para venir a Bélgica. Gano 500€ al mes,
pero tengo que pagar 85€ cada mes para reembolsar mi billete de avión. Además,
tengo que enviar dinero a mi esposo y a mi hija porque mi esposo está
desempleado. También le envío dinero a mi padre porque está enfermo. ¡Y todavía
necesito un poco de dinero para poder comprar comida! Y pagar una tarjeta de
teléfono móvil porque mi llamada telefónica semanal a mi hija es lo único que
me ayuda a seguir adelante».
El tímido susurro de una vergüenza nacional
María está lejos de ser la única en esta situación.
El número de personas esclavas en Bélgica se estima en 23.000. Inge Ghijs cree
que desde la fuga de cerebros de hace unas décadas, nosotros,
los países occidentales, hemos llegado a una fuga de cuidados. Es
decir, que nuestros países desarrollados se están apropiando
de un número significativo de madres extranjeras. Estas últimas llegan a cuidar
de los hijos que no son suyos, pudiendo incluso convertirse en su madre
sustituta. Mientras, en su país de origen, sus hijos anhelan una madre ausente
que ha cruzado los océanos para ofrecerles un futuro mejor. A menudo, la
incomprensión y el odio dominan los sentimientos de estos niños hacia su madre.
Además, hay una cantidad impresionante de niños
desaparecidos por año. Dos mil expedientes abiertos por desaparición por año en
Bélgica. 250.000 en Europa.
Las cifras más preocupantes se refieren a los
menores extranjeros no acompañados (MENA). De hecho, en los últimos años, una
serie de desapariciones inexplicables han afectado a personas refugiadas
menores en Bélgica. Ya en 2005, Child Focus dio la alarma: “Uno de cada cuatro MENA desaparece después de haber
solicitado asilo«. Unos 10.000 han desaparecido en Europa desde
2015. Estas desapariciones pueden explicarse por el deseo del niño de salir del
centro por sus propios medios, o por el apetito de ciertas redes de
pedo-prostitución, en el más completo silencio de la opinión pública.
En cualquier caso, tenemos la obligación, como
Estados europeos, de darnos cuenta de nuestra arrogancia cuando pregonamos que
hemos abolido la servidumbre. Nos beneficiamos a diario de una esclavitud
latente, hecha casi invisible por la fuerza de nuestra ceguera. Mientras
nuestra sociedad continúe produciendo seres y no seres, la esclavitud moderna
no dejará de prosperar.
El expulsión de estas realidades de nuestras mentes
parece funcionar a la perfección. La esclavitud es ilegal en la mayor parte del
mundo, sin embargo, nunca ha sido tan prolífica, nunca ha sido tan fácil. El
progreso tecnológico facilita la coerción humana y la gestión a gran escala del
tráfico de personas. Ya no podemos escondernos en la hipocresía.
Nuestros países europeos no dejan de querer civilizar al
mundo entero, convencidos de que tenemos todas las claves de los problemas que
nos creamos. Sin embargo, este panorama de la situación mundial de la esclavitud
nos demuestra que los males están dentro de nuestra sociedad. Dejemos de
señalar con el dedo los horrores que ocurren a miles de kilómetros de nuestros
propios extravíos. En Bruselas, en Amberes, en Lieja, nos cruzamos con ellas y
ellos. Con estas mujeres, hombres y niños, una miríada de personas dolientes.
Pero, ¿ya les vemos?
Por: CYRIL WINTJENS
Fuente
https://pour.press/lesclavage-na-jamais-ete-aussi-moderne/
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
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