martes, 27 de diciembre de 2016

EL VIRUS DEL DESEO DE SABER

Aminata O. Yalcouyé nació en Malí. Tiene veinticuatro años. Cuando era joven, cada día cargaba agua sobre su cabeza desde el pozo y estudiaba por las noches. Quería ser doctora. Comenzó la carrera en su país pero tuvo que dejarla al primer año porque su familia no tenía dinero. Ahora vive en Cuba y estudia medicina sin tener que pagar un peso. Los cubanos le dieron una beca.

Aminata estudia en la Escuela Latinoamericana de Medicina (Elam). Cada día ora. Ella es musulmana. Los primeros dos años en la universidad los vivió en una residencia estudiantil en la que compartió cuarto con Sena, una joven cristiana nacida en Benin, con Paola, una chica venezolana católica, y con Julia, una alumna mexicana atea.
A Aminata le fascina la anatomía. Los exámenes la ponen nerviosa. Cada noche estudia obsesivamente, siempre detrás de su mosquitero, de cuclillas frente a su computadora. A Julia, su compañera de cuarto, le contó cómo en su país los médicos del hospital mandaban a los pacientes con el chamán, porque hay enfermedades que corresponden al doctor y males cuya curación es responsabilidad del brujo. Le platicó la manera en que la vieja del pueblo de su padre intentó envenenarla con la sopa, que su abuela le quitó de las manos justo antes de que se la llevase a la boca. Compartió con ella que su hermana Cadí era cuasiadivina, y la acostumbró a inspeccionar siempre el lugar del cual salía para evitar dejar cabellos, porque temía que fuesen utilizados por las brujas, a veces disfrazadas de gatos.
Las historias de Aminata solían ir acompañadas de hache ké, un platillo del oeste africano. Una noche, le confesó a Julia lo inconfesable: su nombre escondido detrás del punto de la O de Aminata O . Yalcouyé es un nombre secreto, que nadie conoce, pues si se llegase a escuchar en el fondo del canal que desemboca en el mar, la belleza estructural del sonido rompería en pedazos. El agua cristalina desgarraría la palabra y nos convertiríamos todos en los mismos sonidos. Aminata tiene un nombre escondido detrás del punto en la o . y, aunque eso no se lo cuenta a nadie, esa noche se lo dijo a su amiga-hermana mexicana. Esa convivencia y esos secretos compartidos entre los estudiantes del elam , como el de Aminata y Julia, han tejido fraternidades trasnacionales. La solidaridad internacional que los cubanos han forjado a lo largo de décadas con África, el Caribe y América Latina, de la que la Escuela es apenas un eslabón más, ha revolucionado la enseñanza y la práctica de la medicina.
En la Elam se mira la medicina con lentes diferentes a las de las escuelas tradicionales donde priva la lógica de la ganancia. También la enseñanza. Las clases a las que Julia asistió durante sus dos primeros años cubanos, se hablaba mucho de los países de los que provenían los estudiantes.
Había allí alumnos de Ecuador, Bolivia, Surinam, Guyana, Mongolia, Tanzania, Palestina, El Salvador, Jamaica, República Dominicana, México, Guatemala y San Vicente. Contaban anécdotas y hacían análisis. Conversaban sobre el medio ambiente, los servicios de salud, la situación política, los movimientos sociales, los índices de desarrollo humano y su relación con la sanidad y el proceso de salud-enfermedad.
La elam , la escuela donde estudian Aminata y Julia, es una de las criaturas educativas de Fidel Castro. Se fundó en 1999. Forma parte del Programa Integral de Salud que se desarrolla desde octubre de 1998 para atender los desastres naturales causados por los huracanes Mitch y George , que afectaron a países centroamericanos y caribeños. En ella se entrecruzan dos grandes cruzadas de la Revolución cubana: la pedagógica y la sanitaria.
En esta escuela, ubicada en las antiguas instalaciones de la Academia Naval Granma, cedidas por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se han formado durante los últimos diecisiete años más de 25 mil médicos. Sus estudiantes provienen de 122 países latinoamericanos, caribeños, de Estados Unidos, África, Asia y Oceanía. Pertenecen a más de cien grupos étnicos y decenas de religiones. Su objetivo es formar gratuitamente como médicos a jóvenes de otras naciones. En su mayoría, los alumnos son parte de familias de bajos recursos y de lugares apartados.
A los estudiantes no se les pide nada que no sea cumplir con sus obligaciones como alumnos. Nada, excepto una sola cosa. Cuenta Julia: “Nuestros maestros nos decían: lo único que les pedimos es que cuando vuelvan a sus países no le cobren lo mismo al pobre que al rico.”
Una potencia educativa
Cuba es hoy, a pesar del bloqueo estadunidense, una potencia educativa. “La educación cubana es un ejemplo para el mundo”, declaró a la Agencia Cubana de Noticias el representante de la UNESCO, Miguel Jorge Llivina Lavigne, en el Congreso Internacional Universidad 2014.
La Isla tiene un Índice de Desarrollo de la Educación para Todos muy elevado, incluso si se compara con los países desarrollados. El índice considera la calidad, la primera infancia, la primaria, los jóvenes, la alfabetización de los adultos y la paridad entre los sexos. La enseñanza en Cuba es gratuita y es responsabilidad del Estado impartirla. Es obligatoria hasta el nivel de Preparatoria.
Las cifras hablan. En 2015, esta institución educativa reconoció que Cuba fue el único país que cumplió los objetivos establecidos por el Foro Mundial de Educación de Dakar en el año 2000. Es uno de los veinticuatro países que han alcanzado una tasa bruta de escolarización en la enseñanza preescolar superior al ochenta por ciento y la han mantenido, siendo el único país latinoamericano en integrar este listado, (https://goo.gl/CkzkUk).
En el sistema de enseñanza primaria universal, la isla ya alcanzaba en 1999 un porcentaje de noventa y siete por ciento o superior. Lo mantiene hasta la fecha. Con respecto a la transición de la enseñanza primaria a la enseñanza secundaria, en 2011 las cifras cubanas llegaron al noventa y nueve por ciento.
Sorprendentemente, el número de los alumnos cubanos por docente en la enseñanza primaria es de 10 por cada maestro. La media internacional es de 40. A pesar de sus enormes carencias y de la tendencia mundial a reducir cada vez más el gasto público en educación, Cuba tiene el primer lugar entre los países con ingresos bajos que más gastan en educación. Destinó al sector en 2012 el trece por ciento del Producto Nacional Bruto.
Esta hazaña no es producto de la casualidad sino de la convicción y el trabajo. En septiembre de 1961, el comandante Castro señaló sin ambigüedad alguna la misión de la transformación en marcha. “Lo más fundamental que tiene que hacer una revolución –dijo– es preparar hombres y mujeres. Lo más fundamental que tiene que hacer una revolución es enseñar y educar. La tarea más importante de una revolución, y sin la cual no hay revolución, es la de hacer que el pueblo estudie.”
La historia viene de atrás. Ya desde 1953, en su célebre alegato de autodefensa “La Historia me absolverá”, Fidel Castro había puesto la cuestión educativa como uno de los asuntos que inspiraron su lucha por un mundo mejor. En ese año, el 23.6 por ciento de la población cubana no sabía leer ni escribir y más de la mitad de los niños entre seis y catorce años no estaban matriculados.
Los revolucionarios echaron a andar esta labor pedagógica sin esperar el triunfo. En plena guerra de guerrillas, con destacamentos de hombres armados en continuo movimiento e inclemencias del tiempo, se dedicaron a instruir a sus combatientes y a sus bases de apoyo. Al triunfo de la Revolución en 1959, crearon 10 mil nuevas aulas e impulsaron una reforma integral a la enseñanza.
En 1960, en un célebre discurso ante la Asamblea General de la ONU , Fidel Castro se comprometió a terminar con el analfabetismo en un año. Miles de educadores voluntarios se trasladaron a los rincones más alejados de la Isla para combatir la ignorancia. En apenas doce meses, más de 700 mil personas aprendieron a leer y escribir.
Los resultados de este proyecto han sido contundentes. Como lo ha señalado Olga Fernández Ríos, en “1975 la educación primaria en Cuba se había multiplicado en casi tres veces a la existente en 1958, mientras que la educación media lo hacía en más de seis veces, a la vez que la enseñanza universitaria se multiplicó de forma tal que si en 1959 en Cuba había dieciséis alumnos universitarios ya en 1975 había más de 83 mil”.
Para Teodoro Palomino, un antiguo dirigente magisterial que hizo un doctorado en Ciencias Pedagógicas en la Isla entre 1997 y 1999 ha participado en muchos intercambios profesionales con el mundo docente cubano, en pleno período especial, y ha investigado la experiencia educativa de ese país a profundidad, una de las grandes fortalezas de este proyecto es el papel que se les da a los docentes. “No son privilegiados –dice–. Pero gozan de un reconocimiento social muy grande. Se les respeta enormemente.”
Las claves del éxito
¿Cómo funciona la educación cubana? Julia, la joven mexicana estudiante de la ELAM, cuenta su experiencia: “En mi memoria quedan mis compañeros dando repasos hasta las tres de la mañana en las aulas que las tías –así llamábamos a todas las trabajadoras de la escuela– nos prestaban. Veía a estudiantes dando clases a otros estudiantes a todas horas, de todas las maneras posibles. En las aulas, en los cuartos, en las literas, en las canchas de fútbol, en los pasillos. Vi gente compartir computadoras, cuadernos, lápices, libros, información. Lo que se tenía, lo tenían todos. No se trataba de aprobar el año y graduarse, se trataba de que todos aprobásemos el año y nos graduásemos juntos. Cuando uno terminaba de comprender un tema y repasarlo, no se iba a dormir, se quedaba ayudando al de junto y hasta entonces llegaba la hora de dormir.
“Desde primer año comenzamos a asistir a los policlínicos y a los consultorios. Aprendimos a atender a la población y a elaborar el Análisis de la Situación de Salud, comprendiendo el proceso salud-enfermedad como un proceso biopsicosocial, entrevistando a gente en sus casas, ganándonos la confianza de la población, recorriendo calles, montándonos en bicitaxis para llegar hasta el último rincón para no dejar una sola casa sin visitar. En la mayoría de esas casas nos recibieron con sonrisas y hasta con cafés. Aprendimos los procederes básicos de enfermería con personal de salud que tuvo la paciencia necesaria con nuestro nulo conocimiento de la idiosincrasia cubana e incluso con quienes acababan de aprender español.
“Al terminar el segundo año salimos de la sede central de la elam para seguir nuestros estudios en otras sed es, muchas de ellas en provincia. Las puertas de casi todos los hospitales del país se nos abrieron de manera cálida para hacernos sentir como médicos. Desde el primer día se nos asignó una cama y comenzamos a trabajar. Mi primera paciente se convirtió en mi amiga y cada vez que me cruzo con ella o con su hija por las calles de Cienfuegos me reclama el hecho de que nunca fui a visitarla a su casa a comer aquel cerdo asado que me prometía siempre. El paciente de la cama que tuve asignada en terapia intensiva me regaló un bolígrafo cuando dejé el mío olvidado en casa.
“Los doctores nos explicaron cómo determinar la conducta médica tanto en Cuba como en nuestros paí ses, dependiendo de las posibilidades económicas y de recursos que tuviésemos a la mano. En ocasiones no había en la farmacia los medicamentos necesarios y tratar a los pacientes en consulta resultaba difícil, pero pocas veces predominaba la quietud o el silencio. Se recurría a la medicina natural, a explicar la situación al paciente y ante todo, a tranquilizarlo. Se intentaba dar solución siempre al problema aunque fuese inventando, como se dice en buen cubano al hecho de resolver un problema de manera creativa. “ Poco a poco nos fuimos acostumbrando. Caí en cuenta de lo mucho que me había acostumbrado un día en que me senté a redactar un plan preventivo en caso de derrumbe para una comunidad en la cual iba a trabajar en México el verano siguiente. La información que logré obtener en internet mostraba que para el municipio entero existían nueve médicos y siete clínicas, y ninguno se encontraba cerca de la comunidad. No entendí cómo eso era posible, me quedé fría.”
Sin ser los únicos, la gran mayoría de los rasgos de la enseñanza en el elam que describe la estudiante mexicana son parte del proyecto educativo cubano. La forma en la que los jóvenes aprenden, la orientación general de sus estudios, es la misma con la que se instruyen los cubanos. En ellos está la llave de su éxito. Según Teodoro Palomino, una de las claves que explican los enormes avances en la enseñanza en la Isla, tienen que ver con su política educativa única. El sistema está integrado desde los círculos infantiles hasta el postgrado. Hay verdadera planeación. Los docentes están en un proceso de formación permanente, y disfrutan de asesoría continua sobre técnicas y metodologías. Se forman con conocimientos científicos probados por su aplicabilidad más que en la investigación y comprobación de teorías. Se parte de que la pedagogía es una ciencia, no una disciplina.
En 1992, Fidel Castro resumió la ideas-fuerza del proyecto educativo de la Cuba socialista. “Una de las cosas que tiene que lograr la escuela –dijo en el Palacio de las Convenciones– es enseñar a estudiar, a ser autodidacta, porque la inmensa mayoría de los conocimientos no los va a adquirir en la escuela; en la escuela va a adquirir las bases, en la escuela tiene que aprender a estudiar, tiene que aprender a investigar; en la escuela tienen que introducirle el virus del deseo y la necesidad de saber”. Ese virus del deseo y la necesidad de saber han hecho de Cuba el país mejor y más educado de América Latina, y un ejemplo para todo el mundo.


Por: Luis Hernández Navarro
Pedagogía de la solidaridad
Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220417


domingo, 25 de diciembre de 2016

LA EDUCACIÓN ES MÁS QUE UN LOGO CORPORATIVO

Cualquiera que pase algo de tiempo en el campus de un college en esto días no puede desconocer como la educación superior está cambiando. Atadas por el dinero y definidas crecientemente en el lenguaje de la cultura corporativa, muchas universidades parecen estar menos interesadas en el alto aprendizaje que en convertirse en escaparates licenciado por corporaciones de grandes nombres – ventas de espacio, edificios, y sillas para donantes corporativos ricos.

Los presidentes de los College, son ahora llamados C.E.O. y son menos conocidos por su liderazgo intelectual que por su rol como forjadores de fondos y su habilidad para construir puentes entre el mundo académico y el de los negocios. Los avezados capitalistas ahora friegan los College y universidades en la búsqueda de grandes beneficios hechos a través de acuerdos de licencia, el control de derechos de propiedad intelectual, y la inversión de compañías derivadas de la universidad. En el tiempo del dinero y las ganancias, los sujetos académicos ganan estatura casi exclusivamente por su contravalor en el mercado. Esto se suma a los intentos de la administración Bush por privatizar la educación superior cortando los programas sociales, saqueando los servicios públicos y empujando a los estados al borde de un desastre financiero.
Mientras, la educación superior se convierte cada vez más en un privilegio que en un derecho. Muchos estudiantes de la clase trabajadora encuentran financieramente imposible ingresar a los college, o a causa de los costos que aumentan permanentemente tienen que abandonar. Aquellos estudiantes que tienen recursos para permanecer en la escuela sienten cada vez más las presiones del mercado laboral y deben apurarse por tomar cursos y recibir credenciales profesionales en negocios, ocasionando perjuicios a las ciencias naturales y las humanidades. No debe sorprender, que los estudiantes sean llamados “clientes”, y que las facultades son menos recompensadas por sus becas que por su habilidad de asegurar sus fondo y becas de fundaciones, corporaciones y otras fuentes externas. O que antes de ser reconocidas por su enseñanza crítica inventiva y rigurosa investigación, sean valoradas como operadoras multinacionales, aún cuando la mayoría cortan cada vez más el contrato de empleados. Los presidentes de algunas universidades discuten incluso acerca del llamar a los profesores “empresarios académicos”.
En tanto, la línea entre las instituciones de educación superior orientadas al lucro o no colapsa, la tensión entre los valores democráticos y los intereses de mercado mancha, y la distinción entre educación y entrenamiento para el trabajo se rompe. Tampoco debe sorprender, que se ha convertido en más difícil para la opinión pública reconocer que los problemas que enfrenta la educación superior tienen menos que ver con la administración corporativa , y la eficiencia, que con la erosión de los ideales democráticos.
Por fortuna, hay una larga tradición en la historia Americana que rechaza la noción de que la educación superior debe ser tratada como la marca de un producto o simplemente como entrenamiento para la fuerza de trabajo de las corporaciones. En esta visión más noble, que se extiende desde Thomas Jefferson y Horace Mann a W.E.B. Du Bois y Jonh Dewey, la educación superior fue siempre defendida tanto como un bien público como una esfera autónoma donde los estudiantes para la ciudadanía activa, el valor cívico, y el desarrollo de una sociedad democrática sustantiva. Si la educación superior enfrentará el desafío del nuevo milenio, las universidades y los college necesitan reclamar su legado y redefinirse como sitio de aprendizaje crítico y activa participación en la vida cívica.
Esta visión de la educación como ideal cívico, sugiere respeto de los educadores, tanto maestros como profesores, ofreciendo a los estudiantes el conocimiento necesario para aprender cómo gobernar en oposición a cómo ser gobernado, expandiendo las fronteras de su imaginación, y permitiendo la promesa de un orden democrático social vibrante.
Considerar la educación como un intento democrático comienza con el reconocimiento que la educación superior es más que una oportunidad de inversión, la ciudadanía es más que consumir, el aprender es más que prepararse para el trabajo, y la democracia es más que tomar decisiones en el centro comercial local. La educación superior es un logro democrático ganado con dificultad y es tiempo de que los padres, las facultades, los estudiantes, y los ciudadanos preocupados se ocupen de ella como un bien público más que como un mero campo de entrenamiento para los intereses, valores y beneficios corporativos.
Al corazón de tal lucha está la noción de una militancia utópica en que la esperanza se convierte en la precondición tanto para pensamiento alternativo y acciones con responsabilidad y coraje. La democracia está en crisis en todo el mundo, y uno de los caminos para conducirnos en esta es a través de un modo de educación que no tome sólo lugar en la educación pública y superior, sino también a través de anhelos utópicos en los cuales podamos vislumbrar comunidades organizadas alrededor del valor en vez del miedo, compartir las necesidades humanas antes que los valores amorales del mercado, y principios morales que nos lleven a no sólo tener esperanza sino a actuar para eliminar el sufrimiento y explotación humanas mientras expandimos los derechos democráticos, identidades y relaciones sociales.


Translated by: Pablo Aiello
Fuente del Artículo:
Por:

Henry Giroux (Providence, 18 de septiembre de 1943) es un crítico cultural estadounidense y uno de los teóricos fundadores de la pedagogía crítica en dicho país. Es bien conocido por sus trabajos pioneros en pedagogía pública, estudios culturales, estudios juveniles, enseñanza superior, estudios acerca de los medios de comunicación, y la teoría crítica.


domingo, 18 de diciembre de 2016

ARQUEOLOGÍA DE LA CONCIENTIZACIÓN (Arqueología de la conciencia)

Según Freire, la “arqueología de la concientización” remite a aquel momento en que Theilard de Chardin llamó de hominización en la evolución del ser humano, esto es, al surgimiento del ser humano en su especificidad y diferenciación en relación a los animales de otras especies. “Fue a través de ese proceso natural que surgió la concientización en el proceso de la evolución”. Cuando surge la concientización hay reflexión: hay intencionalidad dirigida al mundo”.

El ser humano se vuelve indiferente, esencialmente diferente a los animales. Desde entonces él “no sólo sabe sino sabe que sabe”. “Al pensar de esta manera la arqueología de la conciencia, considero que, a través de la problemática de la relación entre el hombre y el mundo, el hombre pasa a crear nuevamente, volver a ser, que es el proceso natural”, porque la intencionalidad de la conciencia humana no es sofocada por las situaciones alienantes (FREIRE. En: TORRES, 1978, p. 30).
La conciencia continúa ahí como “misteriosa y contradictoria capacidad humana de distanciarse de las cosas para hacerlas presente. Ella es la presencia que tiene el poder de presentificar” (FIORI, 1967, p. 14). Con ellas se tiene acceso a la “arqueología”, en una tentativa de expresar la forma originaria de la conciencia que, desde su surgimiento, se caracteriza por la intencionalidad, y demostrar que el método de concientización corresponde a la propia dinámica espontánea de la conciencia, pero que es negada en situaciones históricas concretas de opresión/alienación. Esa dinámica de tender para algo como objeto y de orientarse reflexivamente en la praxis es restituida en la concientización para que la conciencia y el método, el método y la conciencia, se correspondan uno al otro.
Álvaro Vieira Pinto considera que “en su arqueología, la conciencia es método, es camino para algo que no es ella, que está fuera de ella, que la circunda y que ella aprehende por su capacidad de idear. El método es la forma exterior materializada en actos, que asume la propiedad fundamental de la conciencia: la intencionalidad (apud FREIRE, 1970, p. 56). Freire adopta la concepción fenomenológica de la conciencia, la tesis de que la intencionalidad trascendental de la conciencia caracteriza la especie humana desde su origen, porque le permite retraer sus horizontes, objetivarlos, y dentro de ellos, sobrepasar los momentos y las situaciones que intentan agarrarla y reducirla a la condición de objeto.
Al contrario, movida por el impulso que la hace trascender, la conciencia puede volverse reflexivamente sobre esas situaciones y momentos para juzgarlos y juzgarse. La reflexividad de la conciencia intencional posibilita la objetivación, por ello la conciencia es capaz de la crítica. Desde el primer momento de su constitución, al objetivar su mundo originario, la conciencia ya es virtualmente reflexiva. Es presencia y distancia del mundo: la distancia es condición de la presencia. Al distanciarse del mundo, constituyéndose en la objetividad, se sorprende, en su subjetividad. (FIORI, 1974, p. 15)
En esa perspectiva de la “arqueología de la concientización” la subjetividad es objetividad, reflexión y mundo, forman una unidad dialéctica en permanente movimiento. Todavía según Fiori, la reflexión es, ella misma, praxis, porque en la dialéctica conciencia-mundo el educando se descubre y se afirma como sujeto que instaura el mundo de su experiencia, que a su vez puede ser objetivado nuevamente.
Esto significa que la conciencia del mundo y la autoconciencia se instauran conjuntamente, evidenciando la correlación entre el conquistarse, hacerse a sí mismo, sujeto, y conquistar el mundo, hacerlo más humano. Aún según el mismo autor, Freire no inventó las características antropológicas de las que estamos tratando aquí. Él pensó y practicó un método pedagógico que busca devolver a los seres humanos oprimidos la oportunidad de redescubrirse por medio de la retomada reflexiva del propio proceso en el cual ellos se van descubriendo, manifestando y configurando: “método de concientización” (FIORI, 1974, p. 15).
Desde el surgimiento de la conciencia, los seres humanos pueden confabular sobre los sucesos de su cotidiano, contar sus historias, memorizar sus hechos, domesticar sus miedos y sus angustias; pueden buscar nuevos caminos frente a las dificultades y a los problemas concretos. Desde que despertaron del sueño y se convirtieron en seres de conciencia, pueden verse como autores y testigos de sus historias y pueden afirmarse como sujetos capaces de la crítica y también de la acción transformadora del medio en el que viven. Es eso precisamente que remite al origen de la humanidad, del lenguaje, de la cultura; en una palabra, del surgimiento de la conciencia intencional, condición sin la cual no haría sentido hablar de la concientización como método.


Por
Luiz Gilberto Kronbauer 
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire

Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski (Orgs.)

miércoles, 14 de diciembre de 2016

ANUNCIO/DENUNCIA EN PAULO FREIRE

Las conjunciones entre Anuncio/Denuncia expresan una sintaxis que no puede ser considerada de menor importancia. Llego a decir incluso que cualquier cartografía de la obra de Paulo Freire, considerando en ella la propia estética de su existencia, sin las lógicas del anunciar, denunciando, o del denunciar, anunciando, que la impregnan, se convierte en un mapa simplificado.

En esa expresión transbordan fuerzas dialógicas no solo las relaciones de poder, sino también sinergias afectivas, amorosas, que la saturan y la renuevan en incesante devenir, al tiempo que recrean a quien las engendra, quien las desdobla, quien las pronuncia, y en ese ejercicio político de diferir, van reinventando políticamente otro mundo.

Para producir anuncios/denuncias, Paulo Freire se sumergió en las culturas mestizas, plurales e híbridas de los oprimidos y de los opresores, intentando romper los aislamientos y las dicotomías, para invertir en esperanzas que habitan entre lugares poco investigados. Esas investigaciones fueron confirmando que “no hay denuncia verdadera sin compromiso de transformación, ni éste sin acción” (FREIRE, P., 1987, p. 78).

De ahí el tratamiento con el que destacó los “inéditos viables”, posibilitando que las “situaciones límite”, consideradas como determinantes frente a las cuales no restaría nada más sino la resignación, fueran confrontadas con los anuncios de “soluciones practicables, desperdiciadas” (FREIRE, P., 1987, p. 107).

Una ilustración, de esa forma propia de denunciar anunciando, se puede encontrar respecto a nuestra pertenencia geográfica y política al sur, mostrando posibilidades de realinear nuestros registros de orientación, promoviendo una reversión del nortear para el “surear”, llamándonos la atención hacia mil maneras con las que fuimos habituados a hablar, a pensar y a escribir, negando nuestras realidades históricas (FREIRE, P., 1993, p. 24).

Hablando como un poeta, Paulo Freire desliza para surear, anunciando potencialidades que no quieren ser desaprovechadas y denunciando formas ideológicas de orientación que nos deprimen. Simultáneamente, Freire critica formas auto referenciadas de comunicación e instiga la perspicacia de sus interlocutores, inquietando el sentido ordinario de las palabras, y sin maniqueísmos, amplía el “surear” (FREIRE, A. M., p. 218).

Otra marca importante del anuncio/denuncia es que el énfasis freiriano busca distanciarse tanto del hablar por sí mismos como del hablar por los otros, haciendo prevalecer el hablar con los otros, incluso admitiendo el hablar para los otros, como posibilidad de que los oprimidos produzcan sus “contra sentencias” (MLAREN; SILVA, 1998, p. 69).

Toda esa prioridad de la praxis freiriana al anunciar denunciando, no se desprende de su biografía política y existencia. En lugar de asumir las tormentas como un sufrimiento individual, para hacer contrarrestar su heroísmo con ellos, Freire los fue asumiendo, como nordestino, pernambucano, brasileño y oprimido, tomándolos como una producción política fabricante de bloques históricos de negación a una existencia plural que afecta y sofoca a las clases populares, a la sociedad, en todas sus relaciones, impidiendo que la libertad y la justicia se fortalezcan. Por lo tanto, sumergido en este contexto de desigualdades, 

Paulo Freire se fue articulando con fuerzas sociales, que invertían en el fortalecimiento popular y social, tales como las iglesias cristianas que se inter articulaban con las acciones del Consejo Vaticano II (1965), (TORRES, 1998, pp. 78-82) y también con los movimientos en los cuales los estudiantes, trabajadores del campo y de la ciudad se unían con intelectuales y artistas en acciones decisivas por las reformas de base, en que la cultura popular era valorizada, al tiempo que se desarrollaban enfrentamientos a múltiples esquemas de injusticias (LINHARES, 1993).

Internacionalmente, la Revolución Cubana abría caminos para la primera experiencia socialista en América Latina y con las guerras de Vietnam y de los países africanos en vías de descolonización, mostraban una indudable bravura, tanto en relación a los Estados Unidos como a los países europeos. La propuesta pedagógica freiriana se alimentó de todo eso, denunciando para anunciar, y continuó floreciendo en Paulo Freire, apareciendo en su obra póstuma, 61 cuando nos reafirma que el pensamiento profético “no habla apenas de lo que puede venir, sino, hablando de cómo está siendo la realidad, denunciándola, anuncia un mundo mejor” (FREIRE, P., 2000, p. 119).


Por Célia Linhares
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski (Orgs.)


jueves, 1 de diciembre de 2016

LA CONDICIÓN ANTROPOLÓGICA

Freire, Fiori, Lima Vaz, Hélder Câmara, Alceu Amoroso Lima son algunos de los educadores e intelectuales latinoamericanos que se comprometieron con la lucha contra la opresión y dominación humana en nuestro continente; su sentir/pensar/actuar estuvo fuertemente influenciado por el existencialismo francés.
Freire y Fiori fundamentan sus concepciones del ser humano, mundo y educación en Mounier, Gabriel Marcel, Merleau-Ponty, Sartre, Teillard y otros representantes del existencialismo. Las principales influencias convergen en la valorización y la defensa de la persona contra toda forma de opresión, autoritarismo o alienación.
La concepción de las personas como seres inacabados, que necesitan humanizarse socio históricamente; una pedagogía dirigida a la liberación de la persona concreta, inserta en la historia; la valorización de la comunicación y del diálogo; la confianza en la capacidad del ser humano en rehacer la historia.
Antropológicamente, Freire concibe al género humano como el único entre las especies vivas que no al nacer no tiene establecido su modus vivendi. La naturaleza de los seres humanos es venir a ser, es construcción y conquista permanente, búsqueda incesante y progresiva, propia del inacabamiento y condicionamiento socio histórico de hombres y mujeres, que están siendo en un mundo y en una historia también en construcción y reconstrucción.
Los seres humanos necesitan aprender a humanizarse, lo que da a la vida humana un sentido mucho más biográfico que biológico “Programados” para aprender, en un constante venir a ser realizándose por la interacción con el mundo y con los semejantes, integrando siempre el pasado y el presente para vislumbrar el futuro, y así, en su condición de seres históricos que van siendo, van dando forma a sí mismos y al mundo, en un proceso de interacción significadora y transformadora con el mundo y con los otros. Ese aprendizaje del humano es posible por el lenguaje y por el trabajo, capacidades inseparables de sentir/pensar/ actuar, pues “el ser humano es una totalidad que se niega que la separen. Operamos el mundo como una totalidad como los científicos o los artistas, como presencias imaginativas, críticas o ingenuas” (FREIRE, 1995, p. 104).
La “hominización” no es adaptación, sino inserción consciente, transformadora, proceso socio histórico cultural de humanización del mundo. Al construir su mundo de forma consciente, los hombres y mujeres se van constituyendo como cuerpos conscientes. Al concientizarse, ellos se existencian: toman en las manos la constitución de su mundo y la propia constitución del humano en sí. Ese es un proceso abierto, dialéctico, en constante renovación, así como las más diversas formas de vida y de organización del mundo van siendo transformadas, en busca del ser más; “sin embargo esta búsqueda del ser más no puede realizarse en el aislamiento, en el individualismo, sino en la comunión, en la solidaridad de las existencias. De ahí que es imposible darse en las relaciones antagónicas entre opresores y oprimidos” (FREIRE, 1987, p. 75).
Hombres y mujeres van siendo porque cuestionan, pronuncian y modifican el mundo en el cual e con el cual van humanizándose, por ser capaces de tomar distancia y admirar al mundo y a su estar siendo. Cuando una persona deja de asombrarse, de espantarse, ella comienza a perder la curiosidad, la sensibilidad, la creatividad, el gusto por el riesgo de la aventura histórica, el querer ser más. Para Freire (1998, p. 67), “la liberación auténtica, que es humanización en proceso, no es una cosa que se deposita en los hombres. No es una palabra más, vacía, mitificadora.
Es praxis que implica la acción y reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo”. Al concientizarse de su condición de estar siendo, como seres condicionados, inconclusos y aprendices para siempre, con posibilidades y límites, capacitados para superar los obstáculos y comprometerse en la construcción de inéditos viables, los hombres y mujeres traen en sí la vocación ontológica de ser más, como individuos, en la colectividad, cada uno va descubriendo que su pasaje por el mundo no es predeterminado, “no es algo dado sino algo que necesita ser hecho y de cuya responsabilidad no puedo eximirme”.
Entienden entonces que su presencia en el mundo es comunión e interacción “que no se hace en aislamiento, exenta de la influencia de las fuerzas sociales, que no se entiende fuera de la tensión entre lo que heredo genéticamente y lo que heredo social, cultural e 59 históricamente, tiene mucho que ver conmigo”. Y ese es un proceso abierto, en un mundo y en una historia también abiertos, como “un tiempo de posibilidades y no de determinismo” (FREIRE, 1997, p. 59).
Ni el ser humano ni el mundo pueden llegar a la plenitud total, sino que permanecen en un constante venir a ser. Siempre inacabados, abiertos a la posibilidad de inéditos viables. Así, los hombres y mujeres auténticos están en constante renovación, están siendo, sin poder ser prisioneros de formas estáticas, interviniendo para construir un mundo que les permita vivir la dialéctica de la encarnación histórica de la inter subjetividad; ellos y ellas se existencian asumiendo los riesgos de la historia, desvelando y construyendo nuevos valores, nuevos saberes, nuevos sentimientos y nuevas estructuras que configuran tanto su encarnación renovadora del mundo como su propia forma de existencia/ convivencia.


Por Celso Ilgo Henz
Extraído de
DICCIONARIO Paulo Freire
Danilo R. Streck, Euclides Redin, Jaime José Zitkoski (Orgs.)


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